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-- 10-

libro, a n1anera de prólogo, pues

yo

inistno ten–

go

una deuda de gratitud

111uy

grande con el

Señor .de

l-I u

anca: la in1presión que recibí,

allá,

eri

una hora de indecible aflicción del

espíritu_

Era tan honda

y

tren1enda que hizo retornar

a

111i

aln1a la

f

é

de ini

lejana

juventud

después

.dJe treinta años de esteril

y

f

rí vol

o

e~tudio

de

filosofía dcista

y

racion~dista,

can1bio

espiritu.al

~no

me

importa

la

burla del n1undo

-qu~

hi–

zo

madurar

y

afianzar definitivan1ente, n1i inol–

vidable amigo, el en1inente

y

sabio

P.

Provin–

cial de Sant,o Don1ingo, Dr. Cristóbal

Vásquez .

quien inició con1ningo estudios con1unes

de la

admirable filosofía escolástica, días después

de

rÍ1i visita

a

H

uanca, enviado

a

1ni casa provi ·

' dencialn1ente, por un asunto profano, sin haber

tenido antes el honor de conocer a

n1i

ilustre

visitante ni de non1bre.

No es preci.san1ente la inagnificencia del

edificio que in1 pongd. al Santuario su attacti,vo;

110

existe una iglesia que por la inn1ensidad

del

espacio o por la grandiosidad de la co·nstruc–

ción arrastre el espíritu

de

los peregrinos

a

las

regioJ:?.eS. superiores; por lo contrario

la

itnpo–

nente in1agen

de nuestro

Señor aplastad:o por

la carga de que· se encuentra en una mqdestí-·

si1na iglesia ,que carece de

toda

belleza arqui–

tectónica, ni ostenta el dorado lujoso de las

iglesias de Cuzco o de n1 uchas . iglesias cons–

truidas por los españoles en las aldeas, en el

lugar n1isn10 en que se palpa el espíritu de Dios

invisible

.y

al

acercarse uno cree oír ]a

·~voz

que