dos, abras o apachetas, reverencia a la vieja ca-
1
pi
tal, poniéndose de hinojos.
Ya decía en el siglo XVI
Polo de Onde–
gardo:
"Aquella ciudad del Cuzco, era oasa y mo–
rada de dioses,
y
casi .no había en
toda
ella
fuente, ni pozo, n1 pared· que no dijesen qbe.
tenía ni isterio".
Thesarum y sotatierra.-Como
en toda an .
tigua urbe, son infinitos los derroteros
y
leyen–
das sobre- tesoros ocultos. Hay mucho funda–
n1
ento para pensar que no todo es fantasíJt
¡
La_existeneia de numerosas vías subterráneas,
"alas
y
depósitos de data
precolombina está
plena ente coFnprobada no solo por los bus–
cadores de
' apados," sino por el testimonio
de ve a
(}S
e onistas coloniales. Mientras no
se log
~
em:prender
a
gran
exploración
que nos descubra el misterio de sotatierra, es
preferible el régimen legal de absoluta pro-–
hibición de excavar. Guarde el Cuzco en s:.is
enti~añas
el n1ilenario secreto.
LUIS E.
VALCARCEL.
'