DE CVLTV S. STANISLAI
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vida de D. Xic0las Antonio [pág. rx] supone
que la adicion, de que hablamos, se puso
quando aun vivía Vazquez, y cree que este
fue engañado por el P. Roman de la Hi–
guera. Mas de la tradicion de los Jesuitas
se deduce que fue añadida furtivamente»
(not. 3).
No sabemos qué admirar más en este pá–
rrafo del temerario prologuista, si su auda–
cia: en vendernos por «tradicion de los Je–
suitas» un simple «he oido que el P. Luis
de Torres decía», escapado á la pluma del
P. Tomás de L€ón, ó la·astucia con que nos
encubre el motivo que tuvo Mayans para
rechazar implícitamente el falso testimoni o
que se levantaba al P. Torres en la
Cm·ta
en que se apelaba á su dicho: conviene á·sa–
ber, el de que mal pueden llamarse «escri–
tos póstumos» los impresos diez arios antes
de que muriera su autor. Porque ello es in–
dudable, en efecto, que las
Dlspvtatio11es
del P. Vázquez, en que se induye el «testi–
monio del fingido Luitprando», se impri–
mieron en Alcalá de Henares el año de
15 94
á
las hojas
222-271
de esta su 'obra
«De Cvltv
Adoraticmú»;
é indudable asimismo, que el
P. Vázquez no murió hasta el jueves
23
de
Septiembre de 1604.
¿Podía ignorar nada de esto, ni olvidarlo
en su vida, el discípulo más aprovechado y
admirador más entusiasta del «gran Theó–
logo», es decir, el P. Luis de Torres, que el
año de
i594
enseñaba Teología en
el
Cole- .
gio de Alcalá, donde se publicaban las
Dis–
pvtatio1Zes,
y que el de 1604 continuaba en–
señándola en
e~
mismo Colegio, adonde
pertenecía y en cuya casa de campo, la del
Jesús del Monte, descansaba en la paz del
Señor su venerado é inolvidable maestro?
De seguro que Don Gregorio, como todo
hombre de juicio, creía que no; y tenía ra–
zón que le sobraba para indicar en su nota
que habían engaüado miserablemente al
P. Tomás de León los que le fueron con la
conseja del P. Torres.-Aüadamos nosotros
por nuestra cuenta que no entendemos cómo
el célebre anticuario no reparó en lo des–
atinado y anacrónico de lo que le soplaban
al oído chismosos tan malintencionados,
sin duda, como más adelante el prologuista
de la
HiStoria,
y otros, no pocos por des-
gracia, cuya crítica se reduce
á
imitarle en
su procacidad y ligereza.
Pero, dejando esto para ocasión más opor–
tuna, conste aquí que' el P. Torres no pudo
decir lo que se le achaca, ó que, si lo dijo,
se engañó en lo que decía; que el P. Vázquez
es realmente el responsable de que apare–
ciera en su obra el testimonio de Luitpran–
do, por haber sido él quien corrió con la
edición alcalaína; que no pasa de pura ima-–
ginación ó suposición maliciosa cuanto se
quiere aventurar sobre que anduvo en ella
mano extraña; y que, aun dado que andu–
viera alguna, no fué ésa ciertamente la del
P. Román de la Higuera, que el año de
1594
no estaba en Alcalá, sino en Ocaña.
3521.-l.
De Cvltv S. Staníslaí Kost–
kae Soc. lesv Epístola V. P. Nicolai Lan–
cisií S.
l.
ad R. P. Petrvm Ant. Spinel–
livm P rae p. Prov. Neap. eivsd. Soc.
data xrx. Ka!. Sept. an. MDCIV. Ro–
mae Ex Typogr. Pvlcrarvm Artivm
MDCCCLIII.-En
8.
0
,
de
8
ps.
JI.
De Cvltv S. Stanislai Kostkae Soc.
-
Iesv Epístola V. P. Nicolai Lancisii S.
l.
Ad R. P. Petrvm Ant. Spinellivm Prrep.
Prov. Neap. Eivsdem Soc. Data.-[Al
fin
J:
Imp.
H.
Damelet,
a
Lons-le-Sau–
nier.-En
1 2.
0
,
de
4
ps.
E.
EL
P.
MANUEL lGNJI.ClO DE LA
REGUERA.
Como al final de la primera de estas edi–
ciones se puso la nota, reproducida también
en la segunda, de que
«P. Mz'chaifl Godúzez
eóislolam autographam sermone t'talico a
se fortuifrJ z'11ventam z'n tabttlan'o Soet'etatis
edidz't M!t'1te in
Praxi theologiae mysticae
tom.
r,
lib.
r.», pregunta Sommervogel:
«Cette note est-elle exacte? Le P. Godinez
a composé son ou;rrage en un volume, en
espagnol; le P. de la Reguera l'a traduit,
en
2
volumes
(1740·5),
en latín, avec des
co:nmentaires. Ne serait-ce pas lui qui
aurait publié le premier cette lettre?»
(rv, 1453).
Evidentemente que sí. «Jam.... in bo·