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DE LAS SALINAS.

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descubrir poi· la parte que les pareeiese:

y

ellos, muy alegres

de le oir palabras tan amorosas' se volvieron con él al reai,

é comieron é pasaron mucho placer.

Hernanc\o Pizarro, como desease llevar

á

su real á los mo–

vedores é

á

los· que se habian hecho autores para conspirar

contra él, é sin alboroto ninguno prenderlos

é

castigar á los

culpados, dijo

á

Pedro de Candía que él habia dejadQ su real

muy cerca de allí, que se fuesen con él los capitanes para

que allá tratasen lo que convenia

á

su jornada; Pedro de

Candía respondió que era muy bien

é

que así lo debían de

hacer.

É

pasado esto, Hernando Pízarro é los que habían ve–

nido

á

acompañarle se retiraron adonde tenían su aposento,

yendo con ellos Pedro de Candía,

é

sus capitanes

é

otros

hombres principales; llegados adonde estaba la gente de Her–

nando Pizarroi la hallaron que estaba apercibida

todos·apa...,

rejados para lo que les fuese mandado hacer por Hernando

Pizsarro. El cual mandó luégo que fuesen metidos en una

tienda Pedro de Candía, é Víllagran,

é

Mesa,

é

que les echa–

sen prisiones, las cuales se echaron

á

ellos

é

á otros,

é

fueron

mirados diligentemente porque no se huyesen; Candía,

qu~

vido preso <le aquelra manera, estaba espantado,

y

decia que

él no había cometido delito ni hecho

á

Hernando Pizarro cosa

por donde así le molestase. Mesa

é

Villag1'an luégo se turba–

ron

é

vieron claramente- su muerte; Hernando Pizarro le,s

mandó tomar sus dichos

y

con~síones,

é

dijeron que babia

muchos en la conjuracíon, é confesaron distintamente todo lo

que tenian concertado.

É

sabido por Hernando Pizarro cómo

estos dos habían insistido

á

los demas

é

co~movido

para lo

que -tenían pensado, hallada bastante causa para les quitar

las vidas, los sentenció á muerte;

é

luégo el capitan Mesa se

confesó y le sacaron

á

ahorcar,

é

ya que le iban

á

echar. la

soga, dijo que la culpa era suya,

é

que

á

muchos de los que

habia nombrado- estaban sin ella,

é

echándole la soga

á

la

garganta

foé

luégo muerto. Y queriendo hacer lo mismo de

Villagran, Gonzalo Pizarro,

y

el capitan Peranzures,

é

Diego

de Rojas.•

é

D. Pedro Puertocarrero

é

otros muchos caballe-