GUERRA
CAPÍTULO XLVIII.
Cómo el contador Juan de Guzman
y
el alcalde Diego Nuñez de
Mercado tornaron al real del Gobernador,
·y
de cómo
se tornaron últimamente
á
hacér ciertos conciertos.
Pasadas estas cosas del arte que Ja historia las ha con–
tado, el Adelantado D. Diego de Almagro, no habiendo que–
rido pasar por la sentencia dada por el juez Bobadilla, decía
que le pesaba que así quisiese el Gobernador que las cosas
fuesen llevadas por el rigor de la guerra, é no guardar nen–
guna cosa de lo que pa-ra la paz se babia procurado
y
jurado
~
con tantas firmezas;
y
como hombre tfil!!_ernso de la i:_a de
__D~,
J
deseoso de no deservir al Rey,
á
lo que él publicaba,
tomando consigo
á
los capitanes Diego de Alvarado
é
Gomez
de Alvarado,
y
al adre Se
0
ovia, é á otros algunos, les pidió
su parecer de lo que debía hacer sobre el negocio que entre
él
y
el Gobernador se trataba. Diego de Alvarado le dije?_:
«Desde que entramos en la ciudad del Cuzco
y
vinimos del
descubrimiento de Chile, vos mismo sois testigo en cuanto
por mi parte he procurado esta concordia
y
aconsejádoos que
no diésedes causa que la guerra se encendiese ni viniese
á
haber batalla, pues para que las guerras se enciendan poca
causa es menester,
y
para que la crueldad dellas hincha to–
dos estos valles de nuestra propia sangre,
y
los indios
ó
la
mayor parte de ellos perezcan;
y
estando las cosas de la
suerte que vemos, y los ejércitos ordenados
y
tan cerca uno
de otro , cumple, para que tan gran mal cese, se procuren