DE LAS .SALINAS.
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CAPÍTULO XLII.
.Del gran °albol'oto
q~e
.hubo entre las gentes de D.
Di~go
de
Almagro cuando.supieron la ·sentencia que se había daqo,
'y
del sentim'iento que
.mo~tró
el Adelantado.
No tardó mucho tiempo la sentencia en publicarse, cuando
luégo
fué
la nueva á Chincha;
y,
como el
Adel~ntado
y
sus
capitanes lo oyeron,
fué
grande la- turbacioo que sintieron,
mostrando todos un silencio
tri~eT
muy pensativo, y desde-á
poco' con un furorrecio' rompiendo el silencio que tenían,
pidiendo las armas, decian que no aguardasen á más, que no
convenía que tan gran mal como aquel se disimulase, ni eL
fraile tan cruel dejase de ser castigado del error tan
~sado
que babia hech"o;
y
en todo el real
ó
ciudad de Almagro an–
daba tan gran alboroto
é
ruido , que unos á otros entender no
se podian. Hacian juntas
é
apartábanse á comunicar aquella
cosa, diciendo que la ignorancia de Al magro babia de ser
causa que los Pizarros triunfasen de e.llos,
é
Ócupasen las pro–
vincias ricas
é
muy pobladas de
nat~ral es ,
y
ellos se fuesen á
vivirá la charcas collaos , entre los r\Ísticos que tan sola–
mente leña no alcanzaba;;y que, para quedar sin el Cuzco,
mucho mejor les fu era haber pasado adelante del rio 1aule,
y
m
l
r e en lo interior de las r giones
é
provi ncias que onfi–
naban con 1 e Lr cho do Magallanes.
É
muchos de ellos se
Touo
l.
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