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GUBRRA
CAPÍTULO L.
Como el Gobernado1· D. Francisco Pizarra con sus capitanes,
vinieron con su real al valle de Chincha.
Despues que hobo llegado al campo del Gobernador Her–
nando Pizarra, es público,
é
así Jo afirman todos, que no se
entendía otra cosa entre ellos, sino cómo podrían tomar ven–
ganza de Almagro,
y
en mandar aparejar sus gentes, y ei:i
aderezar las armas,
y
no babia ninguno que hablase en la
paz, sino en la órden que se ternía en la guerra. Y rnandá–
hanse poner por todas partes velas
é
centinelas,
é
que_andu–
viesen corredores hácia Chincha,
y
como supieron· que ya el
Adelantado era partido de allí, se partieron con toda la gente
al valle de Chincha,
y
sen ta ron su real;
y
estando allí, dicen
dijo Hernando Pizarra al Gobernador, que mirase que no con–
venía
á
su autoridad que Almagro dejase de ser castigado del
delito que cometió en la ciudad del Cuzco, adonde, despues de
le haber robado su hacienda; le trataron con la crueldad que
habia oído,
é
que era necesario que Je siguiesen
é
prendiesen,
porque de otra manera todo lo que hiciesen era nada. El Go–
bernador Je respondió, que no dejaba de ver cuán mal el
Adelantado se había habido con sus cosas,
é
que por lo he–
cho merecía ser castigado, mas que, no obstante que él tenía
de él grande enojo, temia la ira del Rey y su castigo;
á
lo
cual respondió Gonzalo Pizarro, que no era tiempo de parar
en aquel lo, que Almagro cuando entró en el Cuzco, nunca
miró cómo tomaria el Rey su entrada en
él.
É
hablando en