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MARQUE DE GUADALCAZAR.

la . Corte para sus favoritos; pero la reconocida

buena voluntad del Marqués le ganaba el co–

razon de los colonos, quienes agr decidos hicie-

. ron presente al J\1onarca su buen gobierno.

El Virey necesit6 de la entereza de su carácter

y del prestigio que .alcanzaba por u eminentes

ervicios para luchar sin temor con el rzobi po,

cuando el de Méjico lograba prender

y

deponer al

indigno

repr~sentante

del Monarca. D. Gonzalo

Ocampo, sucesor de Lobo Guerrero, no solo era

de ilu trc cuna, opulento, educado cerca del

Santo Padre, y favo ito de la Corte española,

sino que tna;;· l

pee ativ de

g'Qharn~r

el Vi–

reinato. Pa ..

ce e ar su 11 gadai e di pu ieron

juegos púb

i

la

la a

~mayor,

viendo que

el J\1arq

lo

x

iclia b j6 olio de

~ los

bal–

cone del palacio real, puso tambi en solio el

Arzobi po en los del suyo. En vano se le hizo

conocer con la m yor atencion, q°:e el olio en

aquella circun

t

ncia era una prerogativa exclu-:

siva del Virey que no

po

ia compartir su repre–

sentacion con nadie. Viéndole ordo á toda

1

s

in inuacione , que eran apoyadas en el dictá–

men de lo magistrado y ecle iá ' ticos ma ins–

truido , se le intimó 6r en formal de quitar de

u balcon aquel honro o asiento. o tuvo en–

tonce otro desquite, que tomar su coche para