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Llévenme de aquí. Yo muero.
Laonice, si obligada
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con este postrero obsequio
en estas postreras ansias
quieres dejarme fiel,
de la ignominia me salva,
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líbrame de la vergüenza
de caer a sus pies postrada.
(Entrase apoyada a Laonice)
ÓRONTES
Señor, eh tan triste suerte
mucho los dioses os guardan,
quedando por un efecto
de su clemencia sagrada
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la inocencia defendida,
y
la culpa castigada.
ANTÍOCO
Orontes, en tal angustia
el alma ignora asombrada,
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si es su vida o si es su muerte
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quien más me aflige
o
me agravia.
PTOLOMEO
Fatal suceso, aunque es justa
de los dioses la venganza.
RonoGUNA
Hasta la lástima expira,
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si ella misma es su tirana.
0RONTE~
Ahora, Señor, es preciso
que vuestra persona sacra
me permita os reconvenga
con la paz en que ajustada
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quedó con forma inviolable
vuestra alta unión soberana.
Fuerza es, dejando ya a un lado
Ja pena, solemnizada.
Ya la función es felice
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cuanto pudo ser infausta,
que cuando de un precipicio
reales personas se salvan,
se hace alteza de la dicha
la altura de la" desgracia.
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Y la piedaq de los dioses,
acreedora soberana
aun de los mismos horrores,
está cobrando las gracias.
Olvidad
el
sentimiento,
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que no es madre quien,
tiran~,
a fuerza de parric idios,
hasta el carácter acaba,
y
sólo para imperar
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ti~en
los claros monarcas ,
a~
más que en la de la sangre,
e el trono la prosapia.
ANTÍOCO
Obligación tan excelsa
nunca pudiera excusarla,