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,
respira! ¡Cuánto furor
la vista arroja turbada!
¡Cómo la luz que en ella
ent.rade ella se ve fulminada!
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¡Ved aquel sudor horrible
que su hinchado rostro baña,
aquella ansia en que la vida
está violenta y desmaya!
· ¡Oh dioses , que ré\bia, qué ira!
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Porque a todos acabara
un mismo rayo, ha querido
perecer.
(Vuelve Antíoco la copa a Laonice)
No importa; darla
es fuerza socorro, que es
mi madre.
CLEOPATRA
Ve, que ya es vana
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tu diligencia, y mis odios
con fidelidad tan grata
,..
me han
s~rvido
que la muerte
a otra muerte me adelantan
mayor, pues veros reinantes
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a más homicida rabia
me entregaba el corazór.
Y la que ahora me acompaña
al sepulcro, sólo es
con la vuestra no aliviarla,
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y que a mi sombra sus vidas
víctimas r;io se consagran.
¡Reina, pues; goza de haberme
vencido la triste palma!
¡Reina ·y logra la fortuna
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.de esa corona anhelada!
que de delito en delito
te la dejo fabricada;
pues te he deshecho de un padre ·
de un hermano y de una falsa,
cruel madre; y ¡quieran los cielos
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que de mis crímenes caigan
sobre vosotros las penas,
pues que las glorias os labran!
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¡No os sirvan en vuestra unión
más que
el
celo,
el
mal, la rabia
y, por desearos a un tiempo
juntas todas las desgracias,
tened hijos que me saquen'
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toda en su sangre copiada!
ANTÍOCO
No ; vivid para mudar
en dulce amor furia tanta.
CLEOPATRA
Yo negaría a los dioses
si la vida me salvaran.