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arcabuzeros del Maestro de Campo por mas va–
lientes, los quales llamauan E!lladi
,Q.esde Po9ona,
prometiendoles grandes premios
y
galardones.
Gon<;;alo Pi<;;arro tambien rescibio grande enojo
contra Diego de Carauajal, y otro dia por la ma–
ñana procuro de lo prender,
y
viendo que no po–
día, por auerse hecho fuerte «;!n su casa, dixo al
Maestro de Campo. que pussiesse en ello la mano
y
lo remediasse si pudiesse. Francisco de Cara–
uajal mando luego apregonar en la pla<;;a, y a los
atambores apercibio que hechassen vando por
toda la cibdad, que ningun capiSan, ni soldado, de
qualquier calidad y condiscion
qu~
fuessen, no
<!iessen fabor ni ayuda a ninguna de las partes en
dicho ni en hecho, ni saliesseo de sus casas para
el dicho effecto, so pena de muerte y perdimiento
de bienes.. Mandado esto, lÚego se ajunto con Pi–
~arro,
que auia salido a la pla<;;a a cauallo con· mu–
chos de los suyós, y comenc;;aron entrambos de
pasearsse por tóda la cibdad, con mas de dos–
cientos arcabuzeros, para la seguridad della, que
por ventura se podría recrescer . algun escandalo
que costasse a muchos las vidas. Por otra parte
mando a los capitanes Juan de Acosta y a Juan
Velez de· Queuara que con doscientos y cinquen–
ta arcabuzeros de sus compañias
anduuiesse~,
por
su parte, por todas las calles de la cibda.d, consi–
derando lo que auia
y
lo que passaua. Traya Fran–
cisco de Carauaj al consigo dos crueles •negros por
"Verdugos,
ca~ga~de
cabestros y sogas en las