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COSAS DE ANTAÑO
II.
Erase don Felipe Balcázar un ,mercader establecii l
11
el
Cerro, que llenaba con monedas los zurrones, habilit
~
J
ci
mineros indigentes,
rescatando
plata piña y prestando
pelu–
conas con interés judaico
y
sobre seguro.
Gráfica mente lo delineaba el mencionado Be .oya, dicien–
.do que era "un anciano débil, mezquino
y
de un carácter el
''mas cuitado que podia escogitarse."
De
la partida que llegó al Callao en el año de
1797,
Balcá–
zar compró un negro bozal, de casta
chala,
á
quien puso por
nombre Franciscor
y
propinaba tantas vueltas de azotes, a–
men de garrotazos, gritos
y
reconvenciones, que tenían a1
in–
feliz ganozo de torcer
el
pescuezo al verdugo que el diablo le
mandó por amo.
Don Felipe vivía
Cü tJ f\ 'l
esclavo en una tiPnda, con tras–
tienda y dormitorio, en
1·
:>1
za de Chaupimarca.
l
I.
-¡Quien vá!
grito
soñolien ·.o
y
mal humorncio el. eñor
D.
Carlos Lo1i,
alcalde
de barrio,
á
lr eis
Y
media
íle la
mañana
del
18
de ·Enero de
1802, oyen
io
los
·recios golpes
que
á
h
J
ouerta de su casa daban.
'
~a
cosa era para pnner colérico alma ca ·hazudo mor tal,
pues en tan fria tierra no es de lo
n
as
grato
arrancarse
á
esa
hora del templado lecho.
-Soy
yo,
Martín Orihuela,
conte~tó
el
interpelado.
-¿Y qué mandaba
su
merced?
-Que se levante,
señor
Alcalde,
p
rq ue
ó
el amo
ha
mata-
do
á
su esclavo ó el esclavo
ha
matm
á
su amo.
-¡Qué amo
ni
que berengena! ¿Esl' 1sted loco
D. Martín?
-No, mi señor don Carlos, sino
qtt- tdguno
lrn muerto
e¡
casa de don Felipe Balcázar.
A
regañadientes comenzó
á
vestirse
el
Al
alde,
franq
~
i·:i.
· entrada
á
Orihuela, y supo de
él,
que el
l
1
F
mang
\no
'11. ".
lez,
de
oficio traginero, le contó que
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a po
la
e( 'le
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Chaupimarca,
al
amanecer. y oyo que le
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luego un rumor de lucha y después el mas
p ~·,
~-indo
s'
que entonces
se
acercó
á
la tienda, dió en ella
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