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- 2ol -

desventura que con todo su pe o

1

0pl'imia, montó d

llh

sal~o

obre

su caballo, como qui n no veia la hora de partir

á

Su ·a con su gen–

te para destronar al mago. P ro quiso su hado adverso que al ir

á

montar con ímpetu y in alguu miramiento, tirando bá ia abajo con

su mismo peso el puño del alfanje, sácase la hoja fuera d la vaina,

y 'tUe el alfanje desembainado por sí mismo hiriese

á

Cambises en

el muslo. Luego que se vió herido en la parte misma d

1

cuer·po en

que antes babia herido al Dios de Jos Egipcios Apis, pare ·iéndol

mortal la herida preguntó por el nombre de la ciudad en que se

hallaba, y se le dijo llamar e Ecbataoa. No carecia de mist río la

pregunta , pues un oráculo venido de la ciudad de Butona , ba–

bia

ant~s

anunciado

á

Cambises que vendt'ia

á

morir en Ecbatana,

la cual tomaba este porsu_Ecbalana de Media, donde tenia todo sus

entretenimientos y delicias, y en la cual se lisonje::ilm echando lar–

gas cuentas que vendría

á

mori1· en una edad avanzada : pero el

oráculo no

habh~ba

sinode-otra Ecbatana, ciudad de la Siria

(1).

Al

resonar pues en su oidos el nombre fatal de

la

ciudad, vuelto en si

Cambises de su lo

111

a rclido en parte por .Ja desgracia de verse

~estronado

por un mago,

y

en pa1·te desesperado pQr sentirse heril

do de muerte, comRr ndió Jor fin el sentido. del orúcul o aciago,

dijo

~stas

palabr

s::

«Aqut quieren Jos Dioses, aquí los hados, que

acabe Cambises hijo deCy1·0!

»

LXV. Nada mas aconteció por entonces, pero

un.os

20

dias des–

pues, convocados los grandes seño1•es de la Persia que cevca de sí

tenia, hízoles Cambises este di-scurso: «Persas mios, vedme al cabo

en

eHanc~

apretado de confesaros en público lo que mas que

cos~

alguna deseaba encubrit·os. Habeis de saber que allá en Egipto tuve

entre sueños nna fatal vision, ·que ojalá nunca hubiera soñado,

la cual me figuraba que un mensagero enviado de mi casa me traía

el aviso de que Esmerdis subido sobre un trono real se levantaba

mas allá de las nubes

y

tocaba al cielo con su cabeza.

Cor.fi~

soos,

·

señores, que el miedo que mi sueño me infundió de verme algun

dia privado

~el

imperio por mi hermano, me i)izo obrar con mas

presteza que acuerdo,

y

así debió suceder , pues no cabe en

(1) Estos oráculos cuando no eran profocias de lo pasado , llevaban en si

tantas amfibologias-é incertidumbre que no se comprende cómo podían ser oídos

seriamente.

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