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Aíl>liN~s
·hay ,quien .ignore el nombre del padre de la historia pro-
fana, Herodeto de Halicarnaso, pero pocos son los que COJ!OCen
it
fondo sus ese-ritos. 'La · superficialidad que ha invadido el campo
de Jas letras y que amenar.a sofocar los buenos est1,1dios clásicos
tiaee que se busqueq en li eros compendios
ó
modernas enciclo–
pedias.las noticias bistá11icas que con igual tiempo y trabajo, mejo1
)
que en tén.ues y degenerados cónductos, p1¡>díamos beber en los ví--
vos·· yicopiosos,,manantiale • Si,n
~mbargo,
este mismo espíritu en¡_,
~iclopédiéo
del siglo, las condiciones de la enseñanza universituria
recien: establecida, y sobre todo
lá
direccion de los talentos graves
Jt
pensadores, restituyen su interés y su novedad hasta eierto punto
:'.t
las.obras de la anLigüedad, curiosas corno un;.1
cróríi<;a, ,b~Jlas
y
P,0é-
ticas. corqo un romance, v,enerables
~Qmo
un
JÍlonu!f!.elltQ~
1
~11lJ;e. Jq¡a
historiadores griegos se distingue HerodoLo el primero de ellos,
por la naturalidad ingenua
y
algo picante de su. narracion, por la
:\'ariedad y brillantez de sus descl'ipciones, por las amenas anéc–
.'fótas
y
maravillosas leyendas de que estau salpicados sus nueve .
r~bros:
los otros son mas hisLoriadores, Herodoto es mas .cronista.
itJa Asiria, el Egipto, la Persia, las monarquías del OrienLe, las
repúblicas del Asia menor
y
de la Grecia,
y
sobre todo la grun–
diosa lucha de la libertad europea contra el despotismo asiático
de la que fue contemporáneo nuesLro escritor, se i·eflejan en
lá
historia dé este con su propfo
y
natural colorido¡ sorpréndense