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n~r, que en la ·escuela de Ja compañia hubo muchos
escritores que defen<lieron doctrinas laxas? ¿No lo
negarían por cierto, aunque no fuesen cien t.o sino
ochento tales escritores. El espíritu de partido, vol–
vamos á decir, ciega á los talentos 1nas despiertos; y
por esto hasta al grande y recto Pascal le han llama–
do los jesuitas y sus defensores falsificador, calum–
niador; y el P . Thcin er, que reconoce cl1nérito de la
obra contra los jesuitas del señor Seabra de Silva, di–
jo que "estaba llena de falsificaciones." Sobre todo,
no creemos que en un . siglo ilustrado, donde abun–
da.n los ejemplares de las obras, se atreva hombre al–
guno, que no haya r enunciadv al pudor, y profesado
abiertamente la impudencia., á truncar y falsificar tex~ .
tos á sabiendas.
No podemos prescindir de poner :í la vista de nues–
trros lectores· el triste despique de M:. Cretinau--Joly
·contra la obra de que hablamos- "Si hubiese. sido da–
do á los j esuitas oponer aserciones, habrían podido re–
cojer las mas estravagantes en el código de Reman–
trances. Efectivamente, el parlamento fué quien dedhró
en el tiempo:de Carlos VII que el Rey de Inglatena era
l~jítimo soberano de la Francia; el que cubrió de opro–
bio á Enrique III; el que prohibió reconocer á Enrique
IV sopena de ser ahorcado, y el que promovió la g uer–
ra de laFronde" [páj. 187 en la nota]. Y ¿,este modo
de arguir, no podría equiva1er á una por
que las faltas ele unos no <lcstru;yen las de otros. Por
otra parte, no eran losjesuitas, los qne deb ian afron–
tar tales faltas al parlamento.
[172] Véase la advertencia al lector en la de
las cartas provinciales en francés, iatin, castellano é
italiano, Colonia 1684-Compendio de la histor. ecles . ·
eclic. de Colottia, tomo 12 páj. 26---Enciclopedia del
siglo 19, articulo Pascal.
En las citas sig uien tes, que se refieren :í las doctri –
nas laxas de teólogos jesuitas en punto3 de moral,
queda reservada la copia de Jos t extos para el último
t.omo de documen~s, bastando por ahora indicar el to-