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peligrosas y perniciosas en todo género, que los
II.a...
ruados jesuitas han sostenido en todos los tiempos,
y
publicado en sus libros, con aprobacion de sus supe–
riores
y
generl:lvles, comparados por
loscomi:;~arios
del
Parlamento
&~tomo
19
pág.
154.
y sig. La obra está
en tres tomos, en francés-El P. Theiner en su histo–
ria del
ponti.fic~do
de Clemente
XIV,
tomo
19
pág.
4,7.
llama
á
ésta obra-"el mas detestable de los libros
difamatorios contra ]a compañia: dice que la ·calum–
nia y la malignidad reinan de principio
á
fin en ella, y
que jamas se ha llevado mas léjos la mala fé: acaba
calificándola de verdadera cloaca de mentiras."
-:rv1.
Cretineau-Joly, tan refutado
en
otros puntos
po~
el
P .
Theiner, conviene en pensar de igual modo res–
pecto de la mencionada obra,
y
dice así-"Esta co–
leccion de textos truncados, de citas falsificadas, ele
doctrinas estrañas, en que la mentira sostituye
á
la
verdad, era obra del abate Goujet, 'de :Minard, de
Roussel y de ltatour, consejero en el parlamento."–
IIistoria de la CQmpañia de
J
csus, tomo
69
pág.
186..
cap .,
39
Nada estrañamos en el juicio
del
último , escritor;
pero si lo estrañamos,
·y
sentimos mucho, del prime–
ro, que tantas veces combate la lijereza de
lVL
Creti–
neau-Joly. Tanto mas de estrañarse es tan mal juicio
de dicha obra, cuanto era lo mas fácil salir de la du–
da los hombres imparciales, verificando las
cita~,
co–
nw nosotros lo hemos verificado en no pequeña par–
te: toda's eran exacta.s. Pero tienen de singular el
és–
píritu de partido, que está 1nirando y viendo lo que
· en verdad no existe;_ por donde acusar vagamente de .
falsificaciones y multipUcarlas, casi equivale
á
no te–
ner que contestar. Bien pudiera haber algunos equí–
vocos en
la~
citas, pero ello no es sinónimo de falsifi–
cacion; así como el equl.voco en éstos
ó
aquellos tes–
tos, ó en éstos y aquellos autores, no quita que haya
exactitud en los demas; en cuyo caso todo.· el punto ·
queda reducido, á ser mayor ó menor el número de
testin1onios en el sostenimiento de un hecho incues–
tionable. ¿Negarían
M.
Oretineau-Joly y el P. Thei-