111.
La Compañía de Jesus, zaherida
y
calumniada en
Francia; violentamente atacada a nombre de la li:–
bertad en la república Helvética, socavada por intri-.
gas perniciosas en Alemania e Italia; buscada en
América por unos, proscripta y desterrada por otros,.
debe Jlamar la atencion de los hombres pensadores,
para averiguar la causa de tamañas contrariedades,.
y buscar en la fria e imparcial crítica el fallo definiti–
vo de este gran proceso relijioso y humanitario. Pa–
ra nosotros, los ataques dirijidos a la Compañía, no
son embestidas indiferentes, dadas a una corpora–
cion particular; el constante empeño en perseguirla;
aun despues de su desgracia, manifiesta de un inodo
claro y evidente, que alguna cosa grande hai que de–
rribar, cuando tantos esfuerzos para conseguirlo se·
consentran. Si la época de los regulares cual coti–
dianamente se nos dice, ha pasado, si las leyes civi–
les de casi todos los estados, meridionales de Europa
1
y
la jeneralidad de los del Norte, han proscripto las
corporaciones relijiosas, y particularmente la Com–
pañía de Jesus, ¿por qué ocuparse de unos cuerpos
que de ningun modo pueden inspirar recelos a sus
enemigos?
Esta observacion tan natural y obvia, conspira a
acrecentar la importancia de la cuestionen el presen-:–
te escrito debatida, cuestion cuya fórmula, bajo cua]–
quier aspecto tonsiderada, se reduce a espresar la
lucha hace tiempo existente, entre'la relijion
y
la im!..
/ piedad, entre el órden social y la anarquía. Se cansan
los gobiernos
y
]as naciones de los trastornos revolu–
cionarios:. conocen la infecundidad e impptencia del
1ilosofismo: tocan Jos males, perjuicios, e incon,·e–
nientes, de una educacion anárquica
y
escéntrica)
J
al
punto se revuelven
y
tornan a las ideas evanjéli–
eas, como los cuerpos físicos tienden al centro de
gra:-