4
~XHORTACION
ner los mas apreciables tesoros de virtud,
y
santidad.
Yo bien sé, Padres y Hermanos mios,
ue
debemos
todos llorar la desolacion de
la
mística Jerusalen , que es la Iglesia
santa, · en parte inminente,
y
en parte
executada por los infernales Babilonios,
que á la manera de leones rugientes la
rodean para devorarla. Con igual desean·
suelo al
de
Jeremías
1
,
debia aconsejar
á
la
hija de
n1i
pueblo , que se ciñera el ci–
licio , se cubriera de ceniza , y llor ra
amargamente el dolor- de su unigénito.
¡Que
espeétáculo tan lamentable
nos p
e–
sentan
sus
ruinas! Los
caminos
lloran su
desamparo, porque no hay quien ve0ga
á
la solemnidad: sus .puertas
stán eles
truidas: los Sacerdotes suspiran : sus vír–
genes pálidas ,
y
toda ella oprimida
.de
amargura. Toda
la
hermos ra
de
la hij
I
H:
leln.
car ..
6.