· que iba
á
Palestina .
p~~ra
vencer
ó
·morir ·eJ.J
ella. Pero'
ellibertinaj~ ·habia
alterado mucho
.las
costumbre~
de los puehlos, . y era de todo .
punto necesario que los hombres volviesen á
los,sentimie:ntos cristianos. Consiste la per–
fecta virtud cristiana en esa generosa disposi-
. ción del
~hna
que busca las cosas árduas
y
di–
·ficiles: tiene su símbolo en la Cruz, que cuantos
desean servir á Jesucristo deben llevar sobre
.
~us
hombros. Y este sacrificio lleva consigo el
desprendimiento de los bienes sensiblesr la ab–
nP-gación de sí mismo, la resignación
y
la calma
en
la
adversidad. En fin, el amor de Dios
y
del projimo es el dueño
y
soberano de todas las
virtudes; su poder es tal, que hace d·esapal'ecer
cuantas dificultades son el cortejo del cumpli–
miento del
debe:t,.~
y
no solo hace tolerables sino
hasta agradables los mas duros trabajos.
Había mucha escasez de estas virtudes en
el
siglo XII, porque gran número de hombres
eran entonces, por decirlo asi, esclavos de
Ja~
cosas tempot•ales, ó amaban con frenésí los ho";.
nares
y
las riquezas, ó vivían en el lujo
y
en los
placeres. Algunos poco5 tenían todo el poder,
y
hacian de su potestad un instrumento de opre–
sión para la multitud miserable y despreciada :
y
aque.llos mismos que hubieran debido, por su
profesión, ser ejemplo á los hombres, no habían
evitado las ·manchas de los vicios comunes.
Y á medida que disminuía la
o~ridad prevale~
cían las pasiones mas perniciosa,s, la envidia,
los celos
y
el o<}io; los espíritus estaban t:;t.p
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