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cesa:c renacen de sus virtudes. Porque des–
p ues de las fiestas seculares en memoria de Be–
nito, el padre
y
legislador de los monjes en
Occidente, va á ocurrir una ocasión de tributar
honores públicos
á
Francisco de Asis por el
sép timo centenario de su nacimiento.
No sin razón vemos
N
os en esto un designio
misericordioso de la Divina Providencia.
Por–
que permitiendo celebrar el dia del nacimiento
de es t os ilustres Padres, parece que Dios quie·
re advertir á los hombres que tienen que· re–
cordar sus. insignes méritos
y
comprender al
mismo tiempo que las Ordenes religiosas funda·
das por ellos no debieron ser tan indignamente
violadas, sobre todo en aquellas naciones
1
en.
que por su trabajo, su genio y su celo han sem·
brado la civilización y la gloria.
N
os confiamos en que estas solemnidades no
serán infructuosas para el pueblo cristiano, que
siempre
y
con justicia ha considerado como
amigos á los religiosos, por lo que, así como ha
honrado el nombre de Benito con amor
y
gratitud, hará revivir por medio ele fiestas pú–
hlicas y testimonios de afecto la memoria de
Francisco. Y esta noble emulación de piedad
filial
y
devota no se limita á la comarca en que
nació el santo hombre, ni á las que honró con su
presencia, sino que se estiende á todas las par–
tes de la tierra,
á
todos los lugares donde el
nombre de Prancisco ha llegado, y en que flo–
recen su instituciones.
Ciertamente que Nos, mas que nadie, apro-