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HISTORIA
~CLE.SIASTICA
Siglo su po4"er en Italia, incitaba al Papa
á
de
XVII. clarar la guerra
á
los Venecianos ; pero En–
rique, que
s~
babia hecho árbitro de la Eu-
. ropa despues de Ja Paz de Vervins,
y
que
apartaba las sutilezas de la política, para no
consultat mas que la
rectitud de su cora–
zon , queria servir
á
un mismo tiempo
á
los Venecianes sus aliados ,
y
á
la Santa
Sede ,
á
quien estaba sinceramente adherido,
pacificando unas inquietudes que podian ser
igualmente funestas
á
la Religion Católica
y
al· sosiego de la Europa. Su mediacion
produxo todo el efecto que se podía espe•
rar de· la prudencia
y
poder de este gran
Príncipe. El Cardenal de Joyeuse, enviado
por el Rey de Francia,
y
aprobado. por el
Papa , restableció ]a buena inteligencia en•
tre el Pontífice Romano y el Senado. Ol–
vid6se lo pasado : Paulo
V
recogi6 su Bu
4
la~ ·
y
suspendi6 las persecuciones que había
comenzado. Venecia no retrocedi6 , ni al–
teró nada los principios por donde se babia.
gobernado. As·í tuvo Enrique
IV
la gloria
de pacificar la Italia ,
y
Rotna la fortuna.
de
encontrar en este Príncipe ,
á
quien tan..
to tiempo había rehusado el título de
Rey,
u11
mediador que le ahorr6 el gasto
y
los
peligros de una guerra , cuyo suceso po–
dia ser contrario
á
sus esperanzas.
El agradecimiento
á
un
bene6c·
o
tan:
se-