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~
Aunque en
lo
exterior
parec!esé
estar
Siglo
t odo
sosegado
en
Venecia
y
en las
Ciu-
XVI
dades de
su
dominio ,
s·in
embargo
los
ani-
mos
no
dexaban
de estar
muy
agitados.
Ha..e
bia en
esta República ,
y
principalmente
en.
la
Capital,
muchas personas
de
cuenta,
que
se
inclin~ban
al Protestantismo ,
y
que se
hubieran declarado sin rebozo, por poco
que
el Senado hubiera procedido con propens1on
al cisma;
pero
los que gobernaban la Re.-.
pública
no estaban ménos ligados
á
la Re-
~igion
y
á
la unidad Católica , que
á
las
leyes
de la patria.
No
es ménos
e~
tra.ñoque
Paulo .V no
temiese ver
á
la Sobera-
nía
de
Ven~cia
seguir
el
exemplo
~e
tantos
.otr<;)s Estados , que por causas mas d'ébiles
se habian separado de la Comunion Roma-
na,
y
ql\<!
se
estableciese
el Protestantismo·
en medio de la
Italia.
Si Paulo V antevió
este riesgo
y
le hizo poca
impresion ,
nin-
guna
cosa
.prueba mejor
la fuerza de las
preocupaciones que dirigian su
conducta~,
El esfuerzo
q~e
puso en este asunto,
y
·ta
entereza del Senado
en
defender sus
dere-
chos , -
hubieran
tenido resultas funestas ,
si
Enrique
IV
no
se hubiese
hecho
mediador
entre el Pontífice
y .
la República. Ya
l~··
vantaban tropas unos
y
otros ;
y
España,
que sin duda esperaba aprovecharse de es•
~s
disputas para extender
ó
para
afirmar
r
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