Previous Page  10 / 352 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 10 / 352 Next Page
Page Background

-6-

islas de dicho archipiélago como el continente, habiendo–

catequizado á muchos infieles

y

administrado los santos Sa–

cramentos

á

veinte

y

seis mil seiscientos ochenta

y

cinco

cristianos que encontraron en ellas diseminados.

El Cabildo de la ciudad de Santiago de Castro, capital

de la provincia de Chiloé, en una certificacion de 7 de Se–

tiembre de 1787 afirma que todos los misioneros existentes

en aquellas islas

y

tierra firme, animados de su celo

y

amor

de las almas, se ocupaban sin perdonar trabajo ni fatiga en

confesarlas y adoctrinarlas; y en otro informe dado por el

mismo Cabildo en 7 de Diciembre de 1789 confirma lo mis–

mo, manifestando la necesidad que había de mayor número

de operarios, para poder dar mas pronta

y

proporcionada–

mente el pasto espiritual al número expresado de almas,

que moran en la tierra firme y veinte y seis islas. D. Fran–

cisco Garos, Gobernador intendente de dicha provincia, en

su oficio de l.

o

de Diciembre del referido año 1789, inform6

lo mismo acerca de los trabajos de los misioneros y la necesi–

dad de mayor número de operarios. -

A fines del año 1786, el padre misionero Fr. Francisco

Menendez, acompañado de D. Manuel Barrientos y algunos

indios, emprendió un penoso viaje que concluyó en 18 de

Enero del siguiente año. Del diario que dejó escrito consta,

que dirigiendo su rumbo por el Este de la última isla, que

se halla

á

la parte de la cordillera llamada Butachangui, . se

internó por el estero

Murill~no,

siguiendo por el rio Bodahuc,

hasta su confluencia con el Reremo; continuando su viaje

por tierra llegó

á

atravesar la famosa cordillera nevada de

los Andes, y habiendo bajado

á

una llanura de dos leguas,

descubrió varias lagunas,

á

la otra parte de las cuales vió

tres cerros que hacían frente

á

otros dos colorados.

Pasados estos, mirando por la parte del Este, vió una

pampa interminable,

y

cerca de aquellos cerros encontró

tres caminos muy trillados, con pisadas recientes de caba–

llos. La falta de provisiones, empero, y el temor de dar sin

l~s

debidas prevenciones en manos de los infieles,

le

impidió