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cir
r.onel Profeta, mis pensamientos
los <li:-;ipó el viento
de -
la vanidad,
y
ahorn· atormentan mi cornzon!
¡O
si
lo que pensé en
mi
daño, lo hubiera
pensado en mi remedio, que rico me
hallara
en
vida,
y
que consolado en la
muerte!
¡O
si aquellos pensamientos,
que se llaman y fueron de
inutilidad,
lo hubieran sido de mi salvacion! Pues
Dios mio
á
llorar lo pasado
y
á pensar
en lo rnnidero; á lavar mi corazon de
la malicia de aquellos pensamientos, en
la agua pura destilada
á
fuegos de
ivi
amor de los ojos: mi eje1·cicio en esta
hora ha de ser no admitir pensamien–
to
que
no'
sea casto
y
puro, solo pen–
sar en
V
os
y
en lo que me lleve
á
Vos, Cordero
á
quien siguen las Vír–
jenes, pureza de quien
la copian los
Anjel~s.
Será mi protector San José;
con él ofreceré pureza en alma, cuer–
po, pensamientos, palabras
y
ob1·as. Don es
especialisimo de vuestra mano, no me lo
negueis, para que pmo
y
casto os vea
·~ternamente
entre
los Anjcles,
y
os