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ta- el
fin
de los siglos. Para saJ.,
varse es necesario
ser
miembro
de la Ig!e ia ,
creer
lo que la
Iglc ia
cree,
y
praclicar lo que
ella enscí'ta. 'I'odos los
HJiembros
de la Igleisia no forman sino
un
cuerpo. Aigm10s de estos miem–
bros están
ya
en el Cielo ; otros
padecen
las penas del Purgato–
rio ;
y
otros vi ·en ann cn·este
mundo. Pero
es~a
distancia dG–
lugares no
im~:de
el que estén.
uuidos,
y
haya
entre ellos
una
comunicacion de bienes , que es
lo
que
llamamos
la
Comu,nion de
los Santos,
Nadie
puede
ser
miembro vivo de
la
Iglesia, sin,
recibir el perrlon tle lo"
pec~dos
:
y
el poder de perdorlar
y
re7
tener los pecados es
una
pre:–
rog·ati va que Dios úo ha con–
~edido
sino
á
la Iglesia.
At
fin
del mundo
resucitarán
todos ·los
lwmbres
difwltos ,
para
recibir
.2