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fesia de
Osias
seguida del
tracto
y
de una oracion. Ter··
minada ésta, el subdiácono lee en tono de epístola_ la se..
gun da leccion tomada del Exodo,
é
igualmente seguida
de su
tracto,
en canto llano.
Tres
Diáconos con alba, estola y manípulos· negros,
hacen reverencia al altar, dcspues al Papa,
y
cantan la
pasion, segun San' Juan, como el Domingo de Ramos.
Acabado el Evangelio, hay sermon en latin sobre
la
muerte de
N. S. J. C. .
y
se
publica
indulgencia
de trein·
ta años.
Luego el celebrante
canta las
diez ·oraciones por
fa
Jglesia, por el Sumo Pontífice, el clero
y
los
fieles, por
la
autoridad civil, por los catecúmenos, los enfermos,
los viajeros, por todos los que padecen, por los hereges,
los judíos,
los paganos; en
fin,
por todos · los hombres
creados por Dios,
~in
excepcion de judíos 6 gentiles.
Los liturgistas
esplican
la
razon por qué
al
comenzar
cada una de estas oraciones el Diácono dice:
fl~ctamu.~
genita,
y
no lo dice en la que se ruega por los jüdios;
y
suponen que
es para l·ecordar,
que estos
se
arrodilla~
1·on
ante Cristo-Dios
en
el
día
de su
pasion, haciéndole
burla
y
saludándolo
Rey
de los Judíos,
despues de haberlo
abofetead·o.
.
·
ADORAOION DE LA CRUZ.
El celebrante deja
su ca.lzadot
pasa
al
altar
al
lado de
la epistola para descubrir la cruz, que recibe de manos
del Diácono, en los mismos términos que se acostumbra .
en las Iglesias, segun el
semanario.
El Papa
y
t9dos los
asistentes se hincan,
y
á
tiempo que se acaba de descu–
brir
la cruz, un clérigo de la capilla descubre tambien
la cruz pontifical. El celebrante baja las gradas del al–
tar
y
Ja
deposita sobre un rico cojin preparado al efecto.
El
Papa
y
los asistenteR se ponen de pié,
y
dos ca–
mareros suben al trono
y
le quitan el calzado
y
la plu–
vial,
y
queda con
alba,
estola
y
mitra; desciende así
con las manos juntas, hasta la estremidad de los ban–
~os
de los Cardenales, en donde se quita la mitra
y
el
solideo,
y
hace su ·primera adoracion, arrodillándose,
acompañado de dos maestros de ceremonias. En la
dis~