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ADVERTENCIA.

En 1831, siendo Ministro de Gobierno el

Séíbio

y

re8·

potable señor Dr. D. Cárlos Pedemonte,

y

yo

su oficial

primero, con aquella dulzura

y

amenidad que

1e

eran

fampiares, me

contaba,

las

maravilhis que

Yió

en

R01:na.

en el viaje que hjzo en 1820.

Recordaba

con a<lmiracion

la

magnificencia

de1 fomp1o de San Pedro en

el

Vatica–

no: su hermosa

cúpula,

á

la cual

decfo subió

ha::::ta

la

bola,

y

la sorprendente ilnminacion que en c1la se

hace

el Domingo de Pascua de

Resurrcccion

y

el din. de San

Pedro. Desde entonces

comencé

á

formar idea de

]o

qur

debian ser las funciones de

Semana

Santa,

y

la

füí

a:J] ...

mentando

con

la lectura de a]gunos folletos

y

con las.

relaciones qne otros me

hacían;

mas siempre

encontraba

un vacío

y

escrupnUzaba sobre la exactitud de algunas

descripciones.

Tuve ocasion en 1859, en que me ha Hé

en Roma, de convencerme por mí mismo, de que

1éjo~

de haber e:xngeracion,

á

muchas cosas no se les

dab?.

la

importancia que merecieran . El cu:rácttr

quP

1nvestfo

yo

de Encargado de

Negocios

del Perú

en

la Oórte de

Turin

y

varias relaciones estimables que adquirí en Eu–

ropa, me facilitaron .concurrir

á

las funciones

religioRns

del V

a.ticano,

visitar

y

ver los

establecimientos

y

ad–

quirir datos ciertos

sobre

todo.

Tuve tambicn entón-ccs el honor de

que

Su Santidad el

Papa Pio IX me concediera. dos audiencias,

y

do

quP

me