-
VI -
Haya contribuido,
6
no, mi trabajo insignificante
á
este m;i,gnífico
resultn.do, siquiera en la mas mínima
parte, no es esto lo que me interesa. Cábeme la sa–
tisfa:ccion de haber llenado un deber.
Lo que en la actualidad me preocupa, lo que pone
en mis manos, otra vez, la pluma, es el malestar so–
ciaJ, son los síntomas de oposicion que se notan, sín–
tomas que por una mala inteligencia de la. importan–
tísima definicion que s.e espera, pueden producir
funestas consecuencias en la parte menos sana de la
sociedad católica. No sería la primera vez, que la
ignorancia
y
las preocupaciones, unidas
á
fas huma–
nas pasiones excitadas por el genio del mal
y
el espí–
ritu de partido, escuela
ó
secta, diern.n por resultado
cismas escanJalosos.
El deseo de prevenir
y
conjurar este mal funesto,
en lo que está en mi alcance, me induce
á
tratar de
esa clefinicion dogmática en idioma Yulgar. Voy
á
presentn.r la parte de iui obrita,
Oráculct Poiitificict,
dedicada al Jefe
y
Padres clel Concilio Vaticano, que
trata del dogma de la infalibilidad del Vicario do
Nuestro Señor Jesucristo en sus decisiones
ex•ccdhedra·
en materias de
fé
y
moral.· No la traduciré literal–
m.ente: le daré otra forma
y
mas extension en las
pruebas
y
en la solncion de las objeciones que se le
hacen, de manera 'que satisfaga
á
las actuales exigen–
cias. No me guian miras particulares: busco la glo–
ria de Dios
y
de su Iglesia,
y
el bien ele las almas.