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bando sus
vi'rtudes~
sus ordenes parn
activar'
el' sel'··
vieio de e llos, nogociar dinero en su: favor con el apre–
mio y violencia &a. Asi,
viendo el todo de
los docu–
mentos de ese tiempo, juzgaría el publieo con mas co–
nocimiento y acierto de
los hechos y de las pe rso nas .
P e rów~el
Sr. Prefecto posee en grado emin ente dos virtu–
d es---una ilimitada in dulge ncia con sigo mi smo, y una se–
veridad ig ualmente iliruitada con . los de rnas; ve
la paja
en ojo ajeno y no la viga en el propio: Aristípo para
· si,
f\S
·Caton con
los· otros hombre;;: la mi sma accion, que
siendo suya, califica no &olo de inocente, siuo de virtuo–
sa y meritoria, la acusa en otros ,como crimen enot:me
· y
horrible. El pudo no solo
felicitar, sino servir muy
acti\·a, posití,·a
y
espontaneamente al vencedor, y lo pudo
h acer no ·solo
li cita, sino meritoriamentej los dernas no
pudi e ron ced er
á
la neces i!hd ele hacer una mera fe–
Ji eitacion desnuda de todo servieio,
y
aun para preservar–
se de
ser
compelidos
a
este: él pu-do, entre otras violen–
cias, pon e r gu<Jrdias
á
la casa del Sr. Obispo al dí
asi-
. guiente de
la victoria pRr a arrancarle diner o, prev ini.en–
dole que lo di e ra
á
cuenta de los tre inta mil pesos
im~
· pue1tos antes de
la Fccion, para que supiera que
ter• ia.
resolucion de contiuuar ecsijienJoselos: el
:-. r.
Obispo que.
conocía cu.anto h.abin que
teme r de un ve needo r tan l!e–
. no d e o rgullo como de enojo
y
neeesida de s ,
y
avist~do .
tle la mayor urjenc·ia de su peligro por ia
~cci o n
violen-
' ta del Sr. Prefecto,
y
por la
repeti c ion
rnome nt J nea
y–
petulante de sus ord e nes, no
tuvo derecho
á
te me r, , }'
a.
hacer lo que no se le hubi era pe rdona.Jo que no h ie iese ,
lo que
á
nadie daiiaba ,
y
era indispe nsabl e ,
y
lo que de·
algun a mane ra podía pon e rle
á
cuhi e , to de !a
ti ra nía de
los fa cc iosos,
y
de la de! S r. Prefec to, entonc es s u ins –
trumento y ajent e obediente, act ivo, y ecsacto .
E l
Sr.
Prefec to pudo prese ribir á las
provincias el
recon ocí-.
mi en to del vencedor:
el
Sr. Obispo no pud o dir ijirlc:
ima
carta que de nad a le se rví a
y
que en nada perjud íeaba
á.
la causa publica,
y
de bió sarrifi c¡¡ rse inut ilme nt e s in pro–
vecho para la naeio n, no prestandose
á
un me ro
ac~o
de
etiqu e ta prescrito por la vi etoria
y
necesario en los v,. n–
ciclos .
El
S r. Prefecto pudo emplear la autoridad que le