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NOVfEMBRE.

DlA

XXIX.

443

1

NOTA.

«En este lugar

de

la

epístola de

San Pab1@

encarga

so–

" bre todo el ' apóstol

a

los romanos que se arranquen de

,, una vez de la vanidad del siglo para entregarse

a

Dios

"enteramente., sin engreirse por los dones que

re~ibiéron;

"ni

pasar los límites

de

sus talentos.''

R E F L E X I O N E S.

A

Todos, sin ex.cepcion,

IJS

advierto

,

que

rio

os estirneis

a

vosotros mismos mas de lo gue es razon, ni os tengais

en mas de lo que sois.

Para rerbrmar

el

corazon

da

prin–

cipio el apóstol recomendando la humildad. Esta es

a

un

mismo tiempo el fundamento

y

como la corona

de

todas

las demas virrudes :

a

ella la deben su solidez

y

su

esplen–

dor.

A

todos , sin excepcion , la encomienda.

El

mas eleva–

do tiene necesidad de ella para preservarse -del venen0 de '

la vanidad. Siempre hay peligro de que se le vaya la cabe–

za al que anda por sitios muy altos. Es necesaria al hom–

bre mas desconocido para ayudarle

a

llevar el peso .de la

humillacion. No siempre los mas humillados

suelen ser

los

mas humildes.

Sufriendo con humildad los

menosprecios, te

haces digno de alabanza, al mismo tiempo que

la

vanidad

en la elevacion

te

baria menospreciable. El orígen mas co–

mun de

los

di5gustos que se padecen,

y

de los que se cau–

san

a

los demas en el comercio hum3no, es la demasia–

da merced que cada uno se hace

a

sí :nismo. De aquí

na–

cen aquellos orgullosos deseos de ser respetados de todos,

y

aquella delicadeza, aquel resentimiento en

la

menor aten-

-

~ion

a

que se nos falte! aquellas eternas quejas

de

Jo

po–

co qile se atiende al imaginario mérito: aquel desprecio con

G'H!

se

trata

a

Jos otros'

y

de que éstos seguramente saben

vengarse

a

su

tiempo. Muchas veces sería uno mas

fe.liz,

solo

COO

qHe se estimara ménOS

a

mismo;

J

para

~StÍmar­

se ménos

a

sí mismo ' bastaba un poco de conocimiento pro–

pio. Quando no hubiera mas que los peligros

a

que nos

ex–

ponen el orgullo, esto solo debiera bascar para humillarnos.

·Así como

un

hombre

que

trepa por una montaña, quanto

mas

se

va acercando

a.

la cumbre, mas se devia

de

la falda,

mas no por eso está méaos expuesto al precipicio;

ántes

bien

todo

lo

que

va

ganando de elevacion, va añadiendo

de

fuer-