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NOVIEMBRE. DIA XXI.

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fuéron ofrenda tan agradable

a

loe; ojo<; del Seiíor como lo

fué hoy la presentacion de es a purísima doncella que en–

teramente se consagra

a

su gloria

y a

su servicio.

• No hay palabras para encarecer d ignamente la genero–

sa

piedad de

San

Joaquin y

Santa

Ana, ámbos de

tan

con–

sumada virtud, que ni aun les pasó por el pensamiento cer–

cenar, disminuir ó moderar e.µ parte el sacrificio que hacian.

Aquella tierna niña

y

aquella única hija era todo su consue–

lo: ha íanla pedido al Señor por largo tiempo

y

el

Se~or

se

la babia concedido. Podian cumplir con su voto, presentan·

do

a

la hija en el tt'mplo,

y

rescatándola despues por tres

si–

glos, precio que señalaba el Levítico para el rescate

de

las

ni ·

ñas ofrecidas al Señor desde un mes hasta los cinco año11 de

su

edad. Podian llevársela consigo para único consuelo de su

vejez ; pero en este punto ni contáron , ni d téron oidos

él

su

natural inclinacion. Atendiéron únicamente

a

la

oe

su

santa

hija,

la qual, .mas Huminadii

a

los tres años que toda

l.a

sabiduría hu mana en la perfeccion de la mas experi–

mentada ancianidad: instruida

pe rpetuam~nte

ella

sola

de

los designios de

Dio~,

solicitó con sus amados padres

el

perfecto cumpljmiento

de

un sacrificio,

que

a

la

verdad,

les costaba mucho; pero al fin era indispensable

hacerle

por mas que lo resistiesen la

namralez~

y el corazon. Exe–

cutóse. Concluida

la

ceremonia de

la

presentacion,

dexá·

ron en el templo aquel precio o tesoro para servir en él las

funciones que le correspondian, quedándose

en

el quarto ·

de las-doncellas basca la edad de quin e anos en que

fué

desposada con San Josef para cumplimit:nto de los ma yores

mi ·terios. Habíale prevenido tambien con semejante don

de castidad el mismo Dios que le tenia de tinado para ·ser

su

casto esposo: ni

la

VJrgen consintió en darle

la

mano

hasta estar

segura

de que el mismo voco de castidad había

de

unir inviolablemente

a

los dos purísimos esposoc;, 'siendo

el

~rindpal

ornamento de su mat rimonio.

· -

Las extraorqinarias virtudes que re pl andecia n

en

aque–

lla santa niña, y los dones sobren2turáles con que Dios la

babia enriquecido tan extraordinariamente, se ar rebaLáron

la

atencion universal, admirándola todo como un prodi–

gio de la gracia,

y

condbiéndose ya idea

tan

suparior de

su

emin

ente ,

de su mtl grosa santidad,

que

as~guran

Evo–

dio,

Jor.ge

dt: Nicomedia, San German de

Constantino la,

y