NOVIEMBRE. DIA XXI.
335
fuéron ofrenda tan agradable
a
loe; ojo<; del Seiíor como lo
fué hoy la presentacion de es a purísima doncella que en–
teramente se consagra
a
su gloria
y a
su servicio.
• No hay palabras para encarecer d ignamente la genero–
sa
piedad de
San
Joaquin y
Santa
Ana, ámbos de
tan
con–
sumada virtud, que ni aun les pasó por el pensamiento cer–
cenar, disminuir ó moderar e.µ parte el sacrificio que hacian.
Aquella tierna niña
y
aquella única hija era todo su consue–
lo: ha íanla pedido al Señor por largo tiempo
y
el
Se~or
se
la babia concedido. Podian cumplir con su voto, presentan·
do
a
la hija en el tt'mplo,
y
rescatándola despues por tres
si–
glos, precio que señalaba el Levítico para el rescate
de
las
ni ·
ñas ofrecidas al Señor desde un mes hasta los cinco año11 de
su
edad. Podian llevársela consigo para único consuelo de su
vejez ; pero en este punto ni contáron , ni d téron oidos
él
su
natural inclinacion. Atendiéron únicamente
a
la
oe
su
santa
hija,
la qual, .mas Huminadii
a
los tres años que toda
l.a
sabiduría hu mana en la perfeccion de la mas experi–
mentada ancianidad: instruida
pe rpetuam~nte
ella
sola
de
los designios de
Dio~,
solicitó con sus amados padres
el
perfecto cumpljmiento
de
un sacrificio,
que
a
la
verdad,
les costaba mucho; pero al fin era indispensable
hacerle
por mas que lo resistiesen la
namralez~
y el corazon. Exe–
cutóse. Concluida
la
ceremonia de
la
presentacion,
dexá·
ron en el templo aquel precio o tesoro para servir en él las
funciones que le correspondian, quedándose
en
el quarto ·
de las-doncellas basca la edad de quin e anos en que
fué
desposada con San Josef para cumplimit:nto de los ma yores
mi ·terios. Habíale prevenido tambien con semejante don
de castidad el mismo Dios que le tenia de tinado para ·ser
su
casto esposo: ni
la
VJrgen consintió en darle
la
mano
hasta estar
segura
de que el mismo voco de castidad había
de
unir inviolablemente
a
los dos purísimos esposoc;, 'siendo
el
~rindpal
ornamento de su mat rimonio.
· -
Las extraorqinarias virtudes que re pl andecia n
en
aque–
lla santa niña, y los dones sobren2turáles con que Dios la
babia enriquecido tan extraordinariamente, se ar rebaLáron
la
atencion universal, admirándola todo como un prodi–
gio de la gracia,
y
condbiéndose ya idea
tan
suparior de
su
emin
ente ,de su mtl grosa santidad,
que
as~guran
Evo–
dio,
Jor.gedt: Nicomedia, San German de
Constantino la,
y