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430

AÑO

CHRISTIANO.. "

.,

. P U N

:_r

O

S

~

G U N.D,

0.

.

~

C

onsidera que

po

hay -virtwd

m~s

a

man? para

todo

género de gentes que

la humildad ; nmguno

hay

que no se

encuentr~.

a. ..

sí misl).10 .bien pequeño, si se mira

con ojos sanos.

Lo~

empleos, los di_ctados,

el

nacimien–

to, Jas digflitla<ies

til.:~en_

eq sí algun precio; per

o no

le co–

munica.u..

E,~ ver~adero-

cµérito siempre ha

de

s.er

perso–

nal. El

hombre ; mas~

perfecto

es

el -que tiene

men

os fal-–

tas ; el mas

·gran1ie

és el

m~s

humilde ; porque la

so~

bervia .,

y

-~l

.orgt;1llo

siempre acreditan poco, corazon,

y

poco espíritu.

Ba.

ta haber

pe~ado,

o

poder peear ,

pa-:

ra que v ivamos siempre

h.umil9.~s.

La virtud, la inocen–

cia ,

el mérito , y la misma .·santidad

ofrec~n

grandos

materiales al exercicio de esta virtud. St!an nuestros

c,li~~ámenes,

y

nuestras máximas en este punto la r r., gla por

donde debemos juzgar de

nu~stro

verdadero mérito.

.

Ninguno hay que no pueda,, y no

deba

humillarse..

Et

g rande· , conociendo su nada ; el _pequeno , amando.

~i_t

obscuridad y

abatimi~nto.

O

Dios mi0., y qué amable

sois!

Si

hubierais hecho dependiente de otra· virtud nues–

tra sªlvacion ·, muchos quizá

se

juzgarían excluidos

de

yuestro Reyno ; pero ninguno puede escusarse

de

ser

humilde. Considera

qué cosa tan fácil es

ser uno santo,

guando el ser humilde le es tan natural.

Y

pr~gunco ·:

nq

es muy f'amiliar una virtud que tenemos tan

a

mano~

De dónde nace aq

uella

delicadeza, aquella sensibilidad tan

inquieta , aquella

fal.ta

de dµlz;ura .tan _ordinaria , aque–

lla inmortificacio

n tan

viv'!? De qué otro principio pro–

.vienen casi

toda~

questras faltas?

.

Busca un

sol.o~

Santo .que no haya sido humilde;

San

P~dro

No

lasco~

siendo de familia ·nobilísima , se reputa

por

tan poca cosa , que se obliga con voto solemne

a

quedarse él mism0 por cautivo siempre ql!Je fuere ne–

cesario para liprar ..

~

otros del cautiverio. Fue sin duda

magnánima e ta caridad;· pero su éimiento fue el de una

humildad profundísi,ma. Observando con refiexion nues–

tros sentimientos, quién

no

dirá

que

hemos encontrado,

que hemos descubierto al_guna otra senda para ir al Cie–

lo? O gran Dios,

qué

mayor prueba de que _es bien cor–

to el número de los escogidos, que el

ser

tan limitado

el

número de los humildes

!

De-