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AÑO .CHRISTIANO.
· tial Jerusalén.
Viéndol~
.tan
~pr?vechado
·y
dig~o
de
s.er.;.
vir en el mas alto mm1ster10
a
la Santa Iglesia, le
or–
denó de Diácono,
y
le
constituyó, segun la disciplina
antisrna , por su cooperador y compañero en los ·santos
exer~icios
, en que ·siempre
a
los Obispos acompañaban
uno,. ó mas Diáconos. Además de esto, Je encargó uno
de los oficios privativos suyos ., que era la dispensaCion
de la divina palabra. Era San Valerio sumamente an-
. ciano,
y '
con los años, trabajos, penitencias;
y
desve–
los continuos en el cumplimiento de su cargo, ' se le ha–
·bia aumentado cierto impedimento para hablar, que te–
nia en la lengua , al paso que babia crecido
el
deseo
de que sus ovejas recibiesen en mayor copia el pasto de
la divina palabra. Como San Vicente era capaz de des–
empeñar
a
sathfaccion el ministerio'
y
le empeñaba
a
ern plearse en él con todas sus fuerzas el zelo de su
Obispo ' resultó
Uf\
fru
o copioso
a
proporcion de la
caridad, y vigilancia pastoral de quien le promovía. Ja–
más se vió tan floreciente Zaragoza : jamás fueron
sus
costumbres tan arregladas al Evangelio·: jamás se vió
éste observado con mas pureza, ni respetadas con ma–
yor sumision las Leyes y
Disciplin~j
Eclésiástic(:l · Pudo
en este · tiempo felíz preciarse
Zarago~a
de que suc: ·:iiis-rl
trito , comprehendido en él todo
·e:h
Obigpado , era .
ék
teatro donde se veía . en todo
su
~xp1endor, ,
rríagestfid¡
y
pureza la Religion de Jesu-Christo
1
;
'donde mas
atum–
nos crió el espíritu de morc.ificacion ,
y
desprecio .dél
mundo ,
y
donde se produxeron mayores·
~estígos
, que
con su sangre manifestaron la verdad del Evangelio.
El cuidado cj.e sus ovejas no disminpía un punto
el
· resto de sus obligaciones. Todos los Obispos debían aten–
der
a
que estaban sentados en la Silla del Imperio
Dio-.
cleciano
y
Maxim1ano, y que aunqüe el fuego
de
la per–
secucion solía amortiguarse , tenia sobrado cebo en los
infernales pechos de los Emperadores , para ...arder desJ
pues con mas vigor
y
voracidad. Debían por tanto
con~
· ferenciar entre sí los Obi'l pos, y asegurar los medios
mas conducentes para sostener al Pueblo en la firmeza
de la fé que babia profesado , sin que bastasen tormen–
tos ·
ni promesas para contrastarla. A este fin se
j~ntó
un
Concilio,
que fue
el primero de España,
en
l~
Ciudad
de