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4~6

AÑO .CHRISTIANO.

· tial Jerusalén.

Viéndol~

.tan

~pr?vechado

·y

dig~o

de

s.er

.;.

vir en el mas alto mm1ster10

a

la Santa Iglesia, le

or

denó de Diácono,

y

le

constituyó, segun la disciplina

antisrna , por su cooperador y compañero en los ·santos

exer~icios

, en que ·siempre

a

los Obispos acompañaban

uno,. ó mas Diáconos. Además de esto, Je encargó uno

de los oficios privativos suyos ., que era la dispensaCion

de la divina palabra. Era San Valerio sumamente an-

. ciano,

y '

con los años, trabajos, penitencias;

y

desve–

los continuos en el cumplimiento de su cargo, ' se le ha–

·bia aumentado cierto impedimento para hablar, que te–

nia en la lengua , al paso que babia crecido

el

deseo

de que sus ovejas recibiesen en mayor copia el pasto de

la divina palabra. Como San Vicente era capaz de des–

empeñar

a

sathfaccion el ministerio'

y

le empeñaba

a

ern plearse en él con todas sus fuerzas el zelo de su

Obispo ' resultó

Uf\

fru

o copioso

a

proporcion de la

caridad, y vigilancia pastoral de quien le promovía. Ja–

más se vió tan floreciente Zaragoza : jamás fueron

sus

costumbres tan arregladas al Evangelio·: jamás se vió

éste observado con mas pureza, ni respetadas con ma–

yor sumision las Leyes y

Disciplin~j

Eclésiástic(:l · Pudo

en este · tiempo felíz preciarse

Zarago~a

de que suc: ·:iiis-rl

trito , comprehendido en él todo

·e:h

Obigpado , era .

ék

teatro donde se veía . en todo

su

~xp1endor, ,

rríagestfid¡

y

pureza la Religion de Jesu-Christo

1

;

'donde mas

atum–

nos crió el espíritu de morc.ificacion ,

y

desprecio .dél

mundo ,

y

donde se produxeron mayores·

~estígos

, que

con su sangre manifestaron la verdad del Evangelio.

El cuidado cj.e sus ovejas no disminpía un punto

el

· resto de sus obligaciones. Todos los Obispos debían aten–

der

a

que estaban sentados en la Silla del Imperio

Dio-.

cleciano

y

Maxim1ano, y que aunqüe el fuego

de

la per–

secucion solía amortiguarse , tenia sobrado cebo en los

infernales pechos de los Emperadores , para ...arder desJ

pues con mas vigor

y

voracidad. Debían por tanto

con~

· ferenciar entre sí los Obi'l pos, y asegurar los medios

mas conducentes para sostener al Pueblo en la firmeza

de la fé que babia profesado , sin que bastasen tormen–

tos ·

ni promesas para contrastarla. A este fin se

j~ntó

un

Concilio,

que fue

el primero de España,

en

l~

Ciudad

de