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E t

TERO.

DIA

XXVI.

nas

la

divise al cabo de aquel prodigioso número de si–

glos como habrán pasado despues de su muerte

!

Conoce–

claramente, que por no haberse querido hacer un po·

co

de violencia durante

un

casi imperceptible espacio de

tiempo, arde, se abrasa, sufre de una vez todos los

tormentos;

y

despues de taptos millones de siglos como

los está padeciendo, no por eso puede decir que le resta

un

instante menos que padecer.

Arder en los Infiernos tantos años , tantos siglos como

instantes se han vivido, es una duracion que causa es–

panto. Qué será arder tantos millones de siglos como

gotas hay en los rios,

y

en el 1mar? Pues un condenado

habrá padecido en aquellas prisiones de fuego toda esta

incomprensible extension de tiempo ;

y

no se habrá pa–

sado ni medio quarto de hora , ni un instante de la eter–

nidad. Los hijos de tus hijos estarán en terrados ; habrá

arruinado el tiempo las casas .que fabricaste ; habrá. des–

truido la Ciudad en que naciste ; habrá traswrnado los

estados donde te criaste ; el fin

de

los siglos habrá sepul–

tado en sus mismas cenizas

a

todo el Univen o; habrán–

se pasado tambien despues del fin del mundo tantos

mi–

llones de siglos como d.uró momentos

d

mismo mundo:

y

ni un solo instante habrá pasado de aquella espantosa

eternidad. Si te condenaste" te restará tanto que sufrir

como el primer mo'mento que caíste en aquellas abrasado–

.ras llamas.

O eternidad espantosa! O incomp·rensible eternidad!

Quién puede creerte ,

y

vivir en

p~cado

ni un instan

td

Quién puede creerte ,

y

dilatar ni un momento sµ con–

version?

Supongamos que un pecador está condenado

a

arder

en el Infierno hasta que una hormiga traslade al. mar

toda la arena que

hay

en la orilla, viniendo una sola

ve~

de mil en mil años,

y

conduciendo cada vez un solo

grano. Santo Dios

!

Desde que Caín está en el Infierno no

hubiera llevado mas que seis

o

siete granos este anima–

lillo. Y qué

ería, si aquel infelíz hubiese de padecer

hasta que esta hormiga transportase, no solo toda la are–

na. del mar , sino toda la tierra del mundo ; basca que

hubiese desgastado todas las peñas, todas .las rocas ., todas

las montañas de la

ti~rra

, no pasaqdo por ella mas que

una