ENERO. DIA XXII.
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·bierto de planchas ardiendo por la .parte sHperior, mien–
tras por la inferior le derretia el brasero. La grasa que el
santo cuerpo destilaba, añadia mucha fuerza
a
la violencia ·
.del fuego,
y
como si aquel conjunto de tormentos no bas–
-tasen
a
causarle un
1
de>ior·aguclilsimo,
y
cruél, cuidaban ios
verdugos de. avivársele , Henándole de sal las
~llagas,
y
las
herl.das .
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· Permaneda Vicente inmoble, los ·ojos
fixe>s
en el Ci'elo,
y
el semblante tisneño , adorando,
y
bendiciendo sih cesar
al Señor en aquella postura de inmolacion,
y
de víctima. ·
·Pero como la mano del Todo-poderoso se descubria tan vi–
siblemente en la alegría, y en la constancia .del santo Már..
tír'
no podia permanecer expuesto por mucho tiempo
a
los
ojos del púqiic0 un espectáculo
ql'.le
tanto desacredita–
ba el culto de 10s Idolos. Todos admiraban Ja fuerza pro–
digiosa del paciente,
y
hasta los mismos
Gentil.es. clama....
han, que aquello no podia ser sin gran milagro. De suerte
que se. .vió precisado Daciano a ·mandair retirar al inv·kto
Diácono. Encerraronle en un obscuro calabozo, donde le
tendieron para descansar sobre pedazos de hierro, con se–
véra prohibicion de que no se le diese el menor
alimento~
{.Ji
el· mas ligero alivio. .-Pero el•Señor
tuvo ·pravidend~
de
su
siervo; porque de ..repente baxó una celestial ·luz;,
que
despidió 1las · tiniébias del calabozo
, 1y
al mismo tiempo
derramó Dios en el ·alma de aqu@l Héroe una divina
dul~
zura ,. un
consuelo
de
superior órden , qtJe le inundó de ale–
gria. HaUóse de
repente _ restitu~clo
a
su aµtigua robustéz,
y
mejorado
-~n
su
nafural tiermos'ura , exhalando
de
su
<u~erpo
un suavísimo olor, quell,enaba de fi:_3;grancias aqueli
l..ugar
.hediqndo. Baxaron.
a
ha'Cerle .compama esquadrones
de E,
píritus Angélicos,
y
·su:dexaron percibir los celes–
tiales cánticos con que entonaban alabanzas al Señor, de
manera que .aquella horrorosa prision se convirti&en .pa-
r.aíso
de -oelidas.
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1
La foagrancia ;.la musica,.
y
el resplandor llenaron de
admiradon a los ;guardas ·; pero quedaron atónitos' quan- ·
do vieron a Vicente
sin
la fuas leve señal de los tormen–
tos
pasados~
y
con vertidos en rosas los pedazos de hier–
ro ,
de que estaba sembrado el calabozo. No era ·fácil re–
sistir
a
_tanto tropel de prodigios. Convirtié.ron e
a
Chris–
to el Alcayde con los
guardas,
y
llegando
a:_
noticia
de
.
l}a-