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AÑO CHRISTIANO.
bido
a
un número prodigioso , contandose mas de mil
Vírgenes sagradas , sujetas al magisterio
y
obediencia
de
Santa Florent ina , aunque en diferentes Monasterios. San
Fulgend o los miraba como depósitos de la santidad
y
de
la inocencia,
y
venturo as mansiones , en donde el E spo–
so
Celestial goza completamente
3US
inefables delicias.
Visitábalos el Santo , exhortando con
sus
fervorosos con–
sejos
e
instrucciones
a
la perseverancia'
y
al espiritual
a provechamiento en todas las virtudes. Como a un mismo
tiempo se hallaba el Santo Obispo de Ezija,
y
su he rma–
na Abadesa en la misma Ciudad, concurrían la obliga–
cion Pastoral
y
el natural afecto de hermano .a hacer mas
vivos sus regulares esfuerzos por la observancia , refor–
macion
y
aumentos espirituales de todos los Monasterios.
Jamás se vieron mas florecientes aquellos vergeles de
Jesu-Christo, ni mas , fecundos en virtudes : jamás habia
respirado la virginidad mas copiosamente el suave olor
que enamora
a
los ·Cielos,
y
hace
a
los hombres igualarse
con los Angeles.
La pureza virginal ·se simboliza en una delicada
y
be–
lla rosa, .que en tanto dura su hermosura, en q_uanto la
ce rcan
y
defienden las espinas,
y
en quanto no se permite
to .ar de mano grosera
y
villana. Toda la naturaleza con–
·curre para herm0searla
y
hacerla reyna de las flores : la
tierra la suministra los jugos mas aromáticos, el cielo los
C·)lores
mas
vivos
y deliciosos,
y
aun el mismo encogi–
m iento que manifiestan
sus
hojas al salpicarlas la Aurora
·Con
su roG: ío, aumenta su precio
y
su valor. Todos los
demás estados de la Iglesia los reputaba Fulgencio como
cercados de árboles fructíferos, capaces de defender e por
sí de
los.
ímpetus de qualquier uracan , sin embargo de
ser dignos de la mas vigilante custodia ; pero los Monas–
terios de Vírgenes llevaban su atencion como sagrarios
dignos de guardarse con .el decoro
y
reverencia que si
fuesen Sacramentos instituidos por Jesu-Christo , como
escribía San Ignacio
a
su sucesor en la Silla de Antioquía.
A proporcion de estas ideas , era su esmero , su cuidado,
su v igilancia, las ·máximas que 1as sugería, y la provi–
sion de. Ministros que velasen en su educacion. en su con–
suelQ.
y
en su custodia. Asi se vieron florecer
y
aumen–
tarse diariamente aquellos depósitos de santidad con gran-
des