ENERO. DIA
VIII.
hieblas ,
y
aquella noche obscura por mediq de su clari–
dad. Pero con quánta razon se podrá decir , no ya de los
Gentiles, sino de los Christianos de nuestros tiempos., que
muchos, y aún los mas han apagado las luces de la Fé,
metiendose voluntariamente en las tinieblas del espíritu
y
del corazon, por el desorden, por la corrupcion del uno
y del
otro~
Desterraronse las supersticiones del Paganís.–
mo; pero qué importa, si ocuparon su lugar
l~s
pernicio–
sas
máximas del
mundo~
A
la corrupcion de las costum–
bres presto se sigue la falta de ReUgion. Un corazon des–
reglado llena la alma de espesísimas tinieblas. Toda he–
regí(;l. , todo cisma
tuvo
principio en
algu~
desorden , en
algun vicio. Y no
se
podrá decir que las alegrías munda–
nas, las profanas diversiones. se han hecho 'el dia de hoy
como el ídolo de la mayor parte de los
Christianos~
Ca–
si todos sus votos se consagran
a
esta especie de divi–
nidad. No hay gusto, no hay inclinacion sino
a
sus
fies-
tas,
a
sus sacrificios.
.
Ya no son las diversiones del mundo entretenimientos
de la decencia y de la razon•. Son exercicios de fatiga,
en que las pasiones Se burlan de. fl()SOtros , persuadiendo–
llOS
a
su antojo todo quanto las lisopgea. Ya no se busca
la diversion para desahogo del ánimo ; búscase para en–
tretener la ociosidad; búscase como por ocupacion prin–
cipal, segun las inclinaciones de un corazon inconstante,
con el qual se juegan las mismas diversiones. Sigamos,
si ·
n?, con la consideracion, la vida lastimosa de la mayor par–
te de los mundanos , y veamos lo que nos representa.
~
Un contínuo enlace de juegos, de diversiones,
y
de
J.asatiempos hace la mas séria , y casi la única ocupacion
de las personas del mundo. No se divierten para vivir; vi–
v~n
para divertirse. · Mirase con una especie de compa–
sion
a
los que por genio ,
ó
por ser algo
~as
Christianos,
se muestran menos ansiosos de estos frívolos entretenimien–
tos. Tiénese por desgraciado el que no es convidado
a
todas las fiestas .,
a
todas las ocasiones de diversion. Qué
dolor
!
Qué gran trabajo el no hallarse en todas las fun–
ciones! El cuidado de no saber cómo divertir, cómo ocu–
par una hora, inquieta
y
desasosiega. A la mesa sigue el
paséo, al paséo el juego , al juego el bayle, al bayle la ca–
ma ,
a
la cama una Misa la mas breve ,
a
la Misa el
Fs
. roen-