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EXERCICIOS
Sepriembré.
grada
á
la S
ntí
ima
V
ir
gen , cerca
1 Cemente-
rio de los Monges , doade pasaba en oracion los
dias
y
las noche .
Habia entregado toda su confianza
á
nue tro
Santo
el
Conde Walbert ,
y
ningun año dexaba de
vi
itar muchas veces la Iglesia del Monasterio pa–
ra confesar
y
comulgar~
y
cumplir con
sus
devo–
ciones. Acabando un dia de comulgar recibi6 una
carta que le estrechaba para
que
se volviese luego
á .
su casa,
y
con la priesa parüó sin tomar la ben–
áicion del Santo , como lo acostumbraba. Admi–
rado un Monge llamado Dodo del precipitado
v
ia–
ge del Conde
~
sign-iñc6 su extrañeza
á
San Bertín,
quien le respondió arrancando un profundo suspi–
ro :
¡Hlly
Dios!
ya
el Señor te castigd,
y
harto se–
'ZJ
rament~.
No bien ac:&bó de pronunciar estas pa–
la
1ras
el Siervo de Ojos, quando llegó
un
~riado
d
1
Cond
,
y
arrojandose
á
sus pie5, le rogó que
se compadeciese de su amo ; el qual habia caí–
do- del caballo ,
y
~taba
medio mu.erto, molido
todo el cuerpo,
y
ya casi·espirando. Mandó Ber –
tín que le traxesen un poco de vino , que tam–
bien e apareció alli
mi!agrosa.m~nte
,
y
echandole
]a bendicion, se le envió al enfermo., el que ape–
nas le prdbó , quando quedó enteramente sano,
y
él mismo vino
á
pedir_ al Santo la bendicionjun–
tamente con el perdon
de su
falta.
Pasó San Bertín el
resto
de sus días en contem...
placfon ,
sujetandose por otra
parte.
como pudie–
ra un
novicio
á
todos los exerdcios de
la
obser–
vancia ·
regu lar ;
y
en fin,
despues de haber vivido
algunos años sin otro pensamiento
que el
de pre-
pa-