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VIDA
DE LA
r ador Leop
·J"fo
Ig nacio , habiend0 vuelto el tnismo dia
a
Viena , hizo cantar el
Te Deum
con toda sole:nni–
dad / reconociendo
y
confesando , que una vi&oria tan
no
esperada era efeéto de la
a.ywda
del Cielo,
y
sil'l·
p-ula rmente de la proteccion tan visible de la Santisi–
ma Virgen. El mismo juicio hizo el Papa Iaocencio
XL
persuadido este gran P0ntifice
a
que
uaa
viél:oria
tan c éleb re se debia singularmente
a
la especia l pro–
teccion de
ia
SaGtisima Virg er.i , en mem0ria
y
recorrn–
c imiento de un tan insigne .beiileficio , m a,ndó que
la
fLs ta del Santo Nombre de Ma ria , establecida
yá
mu–
cho tiempo habia en muchas Provincias de la Chris–
tiandad , se ce lebrase en adela nte 1.miver sa lmente
de
pr ecepto en toda la Iglesia ,
y
fi xó
esta fi esta a l Domin–
go
dent ro de la Oétava de la N ativid ad , ell memoria
y
r.econocimiento de esta famosa accion t an feliz para los
C hristiaoos , la que sucedió
el
quinto dia de la O él:ava.
MMWSWllifMiWl'!iM&Ld
wmwe
§.
XXXIII.
DE LAS SANTAS CONGREGAC!O J.\TES
__,
establecidas
a
honra de la S antísima
Vi rgen.
E
Sta confi anza -de todos los verdaderos Fieles en
la
bondad
y
proteccion de la Santísima
Vi rgen , no
es solaUlente de estos últimos tiempos ; es de todas las.
edades de la Ig lesia : .el espi ritu primi tivo de nuestra
Relig ion siempre es el mismo ; así tenemos el consuelo
de ver en estos ú ltimos tiempos
la
mi sma confi anza, la
misma devocion, el mismo ze lo , el m iSI1J.D fervor
para
cou la Madre de DiQs, que se
veía
en los
primeros
si-
-
"
· glos