·~
90
E X
E~
el
e
1
os
··
Enero.
Seilor. Pero
'qué
Jbundancia de Sienes fobrenatmale ,
qué .afluencia d·e confuelos interiores no fe defprenden
fobre el cornon puro que goza de eíl:a celefüal paz!
La di vedidad de las NJ.ciones no fe comunica ll
corazon, ni al efpírim
d~
los verdaderos
Fieles~
Par:t
ellos todas las N:iciones fon una mifma.
~e
fe
n
del
Ponto·'
en.leBirhinil ' de Capadocia'
o
del Afia) un;
es la
Fé
que los alumbra, uno el efpíriru que los anír"'
ma, una la efperanz:i. que los confüela,
un:i
la cari–
dad qué los efirecha:
Cor unum,
&
anima una.
Don–
<le
hay diverGdad de opiniorie's, hay defunion en
l
~nimos
,
y
fe :iltéra la caridad.
El
efpíritu de Dios
es
efpírim de paz.
·
S~endo
1
reengendrados por la fangre de Jefo-Chri(–
to,
qual debe fer
Ja
pureza de nueftra coftumbre ,
Ja
il'ltegridad de nue!hos defeos, la fantidad
de
nueilra
vida!
y
liendo reengendrados por una víva efperanzrt7
inJPem vivam,
c6mo no fofpiramos por aquella rica
herencia· que no eíl-á fujeta
a
alterarfe ' ni
a
eót;¡-Om–
perfe?
r
1
,
Siendo deíl:inados para
mora~ores
del Cielo, c6-
mo es pofible que nos agrade
la
tierra?-La memoria
de
nuefüa Celefüal Patria no puede componerfe con
mi–
rar con ojos enjutos
y
ferénos el
lDgar de n 1efir-o
defüerro. Sentados a la oril_la del rio de Ba5ylonia,
de
neceGdad hemos de derramar t:'orrentes de lágrimas,
2cordandonos de nueftra amada Sion. Aú hab lan
los
Santos : pero hablan tambien a li los hombres del
mun–
do? Las adverGdades , los rrab3jo de eíl-a vida hacen
[ale.arde alegria
a
los que un icamenre viven para
la
otra.
~é
proporcion hay entre roda-lo que {e puede
padecer
aquí
por Dios,
y
la recompenfa de
lo
que
fe
pa-