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Y embadtírnaclos rostros,
Palidas cual la
mnedc
Antes que
á
las ridículas labores
Del tocador se entreguen ...
Confiesa, buen Albino, que la. vida.
Del campo es deliciosa, incomparable.
Y
si
el comercio lf>jos me retiene
Del Paraiso,
¿
mal haré en odiarlo?
Caro amigo, convengo
En que tienes r!l.zon, aunque envidiaUo
Seas por necios tantos, que tu alma
De poeta uo tienen
¡
Y quedo plenamente convencido
D.e que "no hay peor cnüa
Que la del mismo palo".