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EXCELENCIAS DE SAN PEDRO.
de 1ni alma,
y
corazon , no las conozca , ni entienda ,
ni egecu ....
te, ni obedezca, confiefo que es ignorancia de fuprema ingra•
titud.
3 Y
repáro que fucedi6
cll:e
derconotimiento en
d
mun.
do ,
al
rebés
de
con19 fe gobierna en toLla correfpondentia co-·
mun
el
mundo : porque
fi
el
Señor,
feliz ,
dichofo , gloriofo,
refitcitado,
y
veíl:ido
de
Divino,
el
que fiempre fue Divino con
fer Humano, defconociera
á
fus
Apoíl:oles, pobres pefcadores, ro–
tos , defnudos, defomparados,
es
como
el
mundo fe gobierna,
porque fiempre
el
poderofo ,
el
felíz
dcftonocc ;
y
defprecia
al
mendigo ,
y
necdirado ; pero aquí todo lo veo
al
rebés: porque
los pobres no conocen
al
poderoío ,
y
al
rico , que
era
el
Señor,
~Ji
mifn10 los llama , los folicita , los perfuade ,
y
pid~
que
1-o
~~oz:can,
y
todavía , ni tonocen aquel
fober~t:ó
roíl:ro, ni re–
conocen , ni fe rinden
á
fu voz.
O
Gloria
Etern~
1
O
Je(us
dul–
ciG.imo,
y
fi1avifsimo
!
fufpenda
la
relacion la fuerza
de
la
ver–
dad, de
la
luz , de
la
gracia,
y
de:
la
ponderacion. Vos Señor,
fois
el
rico,
el
poder fo ,
y
rogais con todas vueíl:ras riquezas;
nofotros
los
pobres,
y
eccfitados ,
y
nos
nc:gamos~ á
ellas.
Vos,
Señor , no
re ais con lagrin1as ,
y
nofotros perdidos ,
y
ciegos
;tbrazamos
á
la ulpa.
os, Señor, nos rogais cort la
glória;
y
no–
forros uímos
á
eternas penas. Vos, Señor, nos
llamais
con vuef–
tras
voces Divinas,
y
nofotros aplicamos
el
oído
á
los filvos
de
la
fcrpiente infernal. Vos Señor , nos ofreccis ddeyces efpiritua ...
l~s
,
que caufan guíl:os eternos,
y
noforros abrazamos gufios
tcm.
perales , que ofrc:ccn eterno tormento ,
y
pena. Vos, Señor, no
necditado de cofa alguna, obrais como
íi
fuerais
de
nofotros
,-y
de
todo necefitado;
y
nofotros necditjdos en rodó,
y
de
tódos;
de
Vos
rogados ,
y
lbmados ,
y
perfJádidos, nos negamos
á
to–
do nudho rc1nedio ,
y
focorro. Peró muy prdl:o
fe
conoci6
nudha
hu1n~na
condicion, porque los miÍn1os que no conocían
~1
Señor vicndolo ,
y
oycndolo antes
de
Cócorterlos cor!
el
mila–
gro necefirados ; luego que hizo
el
milagro de
b
pefca ,
y
que
los llenó
el
navío
ele
fuitento,
y
de focorro,
al que
no
co–
nocian por
el
roílro , ni
la
voz , conoc1eron
por
la
mano.