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13'

legado Supremo. A poco tiempo aca-eció el incendió de

los MinistirÍus,

y

prodigiosamente, vino·

á

sus manos un

medio pliego de

papel

q 1;ernado,

el

que descubria la

ti·

rania

para

secuestrarle al

suplicante

su~

bienes ;

el docu–

mento

existe en su poder,

y

contiene

la

re1nision

de

la

causa seguida de orden verbal ;

al

ma1gen,

un

Decreto

de

9 de

Abril ,

qne dice,

.lit

Auditor

:

este despachó al

dia siguiente,

y

con

la acrimonia que le

es

caractnisLica,

pidió que bajase el

s uplil'Hnlt~

preso a e:

-.ta

Capital,

para

ser j11zgaJo

en un Con8t'jo de t.::enernlt•s como

1ra11sg re–

sor

del

bando de 25 de Ott1 bre,

y

q1!e

tarnbit>o

vmie–

sen todos los

declarantes

e8davo~

de

ta

Hacienda .

El De–

le'gado

Suprerne

en

el mismo

día

10

dt'cretó,

que ba–

jase

lilirernente,

y

que Re L'Umpliese

lo

qne ped1a el Au–

dít0r

de Guena ,

cuyo

Decreto

es

de

letra

de

Don José

Morales,

firmado

por el

G eneral Guido ;

y

el

Decreto de

remision al

Auditor,

firmado

por el Ex· Ministro

l\'lon–

teagudo, ambos con la

firma

del

Supremo

Delegado.

·

Este haiJazgo tranquilizó su espíritu ,.

pues

de~cu­

brio

en él, que

debia separarse

de su

pais,

por que sus

más amigos estaban desididos

á

consumar su ruina :

pol·

que

¿

á

quien

no causara

asombro

que un

bando

publicado

en la

Capital dos dias

despues

de haberse

retirado

como

consta del

pasaporte

que tiene en su

poder,

fecha

23

de

Octubre, se atrevan

á

causar al recurrente por que tuvo

desertores

en

su

Hacienda,

en donde

el

suplicante

no

ba–

bia

estado

en

cerca

de seis

meses,

y

luego que Jlegó

tra–

de perseguirlos ,

y

expulsarlos por los frecuentes robos

que

experimentaba

en la Hacienda?

y

cuando por el con–

trario,

verdaderamente los hnbiese tenido, se

pregunta,

¿

si le habian pagado su valor ofrecido,

y

si el General

babria podido

q11itarselos

sin dar

merito

para ello, ni

pagarselo's el Gobierno

de donde dimanó la providencia.

i

¡

se

estremece el suplicante Señor, al considerar el arbi–

trio tan opuesto al espíritu de las leyes con que fragua–

ron sn ruina , que

á

no ser el suceso

desgraciado

de la

perdida de

lea (

1 ) lo habrian verificado

!

El suplicante

( l )

El

mismo

dia

10

del decreto

llego la

ndticia

dt:

la perdida

tlel

Ejército , '

y · pvr eso

no tu•·o

ctemplimitritn,