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no
puede nombrar5e
el segundo al
Espiritu Santo, tampoco puede po–
nerse al Hijo en primer lugar.
Venerémos este orden de las Per..
sonas Divinas,
y
las mutuas rela–
ciones que se advierten entre las
tres,
y
que hacen su igualdad co–
mo su distincion ,
y
su origen. El
Padre se contempla á sí proprio , ·se
habla
á
sí proprio,
y
engendra al Hi–
jo , que es su palabra : ama
á
esta
palabra, que ha producido de su se-'
no ,
y
conserva en él ;
y
esta pala–
bra que á un tiempo es concepcion
suya , su pensamiento, su imagen
inte leél:ual , eternamente subsisten–
te ,
y
por esto su Hijo unko, le
am~
tambien como ama un Hijo perfec..
to
á
su Padre perfeél:o:
i
Pero qué es
su amor sino esta tercera Persona,
y
el Dios amor , el dón comun ,
y
re·
dproco del Padre ,
y
del Hijo; su
nudo , su enlace ,
y
su mutua union;
en que se terminan la fecundidad,
y
las operaciones de la Trinidad?
P0r~
que
á
la
verdad todo queda
com-
ple~