l'tom.
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3
6 •
,
°3-74.. -· .
. . .
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411.
!
Oh abismo de · los-tesoros·de
. ,la ciencia , y sabiduría' de Dios,!·
!
Quán impenetrables son sus
jui.:..
cios , · y quán incomprepensibles
sus _ caminos
!
i
Quién le ha ·dado
algo primero, para pedirle recoi:n-:–
pensa
?
porque todo es suyo ; todo
es de él .,
y
todo está en él. A
él
sea gloria en todos los siglos.Amen.
No hay mas que _adorar sus conse–
jos secretos , y glorificarlo en sus
altos juicios , sin pescudar la causa.
Solo con Iás citadas palabras de
·San
Pablo se ha de ex;plicar
-él
silen–
.cio de
J
esu-Christo.
¡
Calla tli , ra–
zoh humana
!
¡Ah, Señor! qué _gus–
to_ t~ngo
en
hacerla callar en vues–
t.rapresencia ! Basta decir como
· David , con reconocimiento,
y
ale–
gria;
No ha tratado asi
á
las otras
Naciones
:
no las ha manifestado
.sus
juicios'.
Y
tambien con S. Pablo:
-J?su_-Christo ha dejado
á
cada' Na.:..
e
ion
-
ir por donde ha querido
'
sin
preguntarle por qué lo :ha· hecho.
Quien quiera 'saber
mas,-
dice San
-;
.Agus-