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él,. seguramente se condena. La embria–
guez priva de la razón; privarse volun–
tariamente de la razón, es faltar grave–
mente a la ley divina. Además, porque
la embriaguez es la madre de todos los
demás pecados
y
crímenes, c0mo se ha
dicho arriba. Los alcohólico3 se olvidan
de Dios, de su alma, de la oración, de
sus obligacioites cristianas; el alcohólico,
en la hora de la muerte, no recordando
nada de esto fallece como un cán, y su
alma se precipita en los infiernos a
pa ~ ~
·
decer _.eternamente.