Un ceibo gigante en la región de Cañamina.
rados por los indios. En esos sangrientos
sucesos mostró el mohoceño cierta cruel·
dad refinada, una indiferencia salvaje por
los sufrimientos de sus víctimas". Horrendo
crimen que debe considerarse como una re–
acción contra el "sistema de opresión secu-
1 ,
1"
"
ar , ya que e mismo autor anota que muy
pocos pueblos habrán en la República don–
de se cometan abusos como en Mohoza. Allí
los indios son desposeídos de sus terrenos
con el mayor descaro, ya inventándoseles es–
crituras, en cuya confección no han tenido
parte, ya simulando ejecuciones por peque–
ños créditos, que dan por resultado la pérdi–
da de la
ú~ica
propiedad que poseen; to–
do esto, con violencia y torturando al indio
que trate de defenderse".
Desde 1925 existe una Junta de Obras
445