bre de "Puerta del Sol" el gran pórtico
monolítico que se ve hoy en Tihuanacu.
Los
puquinas
eran también conocidos
con el nombre de
lapacas.
Y este nombre
no es sino una desfiguración de
lupi-hakes:
los hombres o hijos del sol pues este astro
era su dios.
Sin haberse precisado la procedencia de
los
kollas
(
aimaras), la tradición ha con–
servado noticias sobre la victoriosa inva–
sión que llevaron a cabo, apoderándose de
todos los pueblos del Altiplano, sometién–
dolos a su dominio y enseñándoles su len–
gua, sus costumbres y su cultura. El exten–
so territorio donde se establecieron, era co–
nocido con el nombre de
Kollao
o
Kollahua,
y sus habitantes, por el de
kollas.
Al parecer, la denominación de
aimaras
"fué arbitrariamente dada por los españoles
durante el coloniaje, por haber encontrado
en J uli, sobre el lago Titicaca, una pobla–
ción que hablaba la lengua de los "aima–
raes", y que era precisamente el núcleo de
mitimaes trasladados de la "provincia de
aimaraes,
situada a 150 km. al N. de la
ciudad del Cuzco. . . Los habitantes del
Collao dominados por el 111 Inca (Garcila–
so, Lib. 3Q, cap. 1), nunca fueron conocidos
con el nombre de
"aimara"
por los del Cuz–
co ni por los conquistadores hasta mucho
después de 1552". (Juan Durand:
Etimo–
logías Alto y Bajo Peruanas,
1921).
Los kollas o aimaras, fueron sometidos
por el inca Lloque Yupanqui (Al relatar
las conquistas de este poderoso inca, que
sojuzgó el Collao -que los quechuas llama–
ban
Hatum-Colla-,
el cronista Garcilaso de
la Vega, en sus
Comentarios Reales,
habla
de "eolias" y del "Collasuyo", pero nomen–
ciona al nombre "aimara").
El "Collasuyo" formó parte del imperio
de los incas, desde el año 1200 de la era
cristiana, más o menos, hasta la caída de
éste con la llegada de los españoles. Sin
embargo, no perdió su idioma, sus costum–
bres, ni la posesión de sus territorios hasta
nuestros días.
Los incas guardaron siempre grandes
consideraciones para con los
colZas,
porque
la tradición dedales que sus antepasados
fueron también
colZas,
salidos de la isla de
lntikarka;
añadiéndose la circunstancia de
que en la corte del Cuzco el idioma de los
colZas
(
aimara) era la lengua reservada
del inca y la nobleza, siendo el
quechua
la
lengua popular en todo el imperio del Ta–
huantinsuyo, "exceptuando el Collasuyo".
LA PROVINCIA DURANTE LA VIDA COLONIAL
Situada la prov:incia en el camino impe–
rial entre el Cuzco, capital del incario, y el
resto del Collasuyo, fué un punto de obliga–
do tránsito. Su proximidad al lago Titica–
ca
.Y
a las grandiosas ruinas de Tihuanacu
y la importancia de las comunicaciones con
los centros mineros
(k joyas)
de oro y pla–
ta, atravesando por su territorio, hicieron
de aquélla el centro de grandes aconteci–
mientos históricos.
Los conquistadores españoles fatalmente
tuvieron que tomar la ruta del lago, y lue–
go, a través de la actual provincia Los An–
des, internarse hacia el sur. Diego de Al–
magro fué el primero que pisó las tierras
del
Collasuyo,
habiendo salido del Cuzco
el 3 de julio de 1535, a la cabeza de 500
españoles y 15.000 "indios quechuas".
Cruzó el
Aullagas
(hoy, río Desaguadero)
sobre el que existía un puente mandado
construir por los incas ("lncachaca"), que
era como la puerta para ingresar en la gran
altiplanicie andina. Siguiendo el "camino
imperial", visitó Tihuanacu y pasó por
Huarina, Pucarani y Laja, para ingresar al
Chuquiapu y proseguir, después, su largo
viaje de aventuras hasta Chile, cuya con–
quista le encomendó Francisco Pizarro.
Posteriormente, salió de Lima otro de los
conquistadores, Gonzalo Pizarro, con la ex–
clusiva intención de apoderarse del Colla–
suyo. Al llegar a
Aullagas,
sostuvo el prí–
mer combate con los kollas, encabezados
por el
apu
Tiorinaceo, quienes fueron ven–
cidos por la superioridad de las armas es–
pañolas. Gonzalo Pizarro permaneció un
410