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hay estrella que sea, precisamente, de pri–

mera, de segunda ni de tercera magnitud;

pues todas las magnitudes fluctúan entre

dos series.

NOCIONES DE ASTRONOMiA AIMARA

No hay pueblo que no haya tenido su cos–

mogonía. En todas las latitudes del plane–

ta existen tradiciones, casi perdidas en la

noche de los siglos, pero latentes aún en

-el fondo ancestral de las comunidades. Esto

pasa con nuestros autóctonos, para quienes

el universo o cosmos, aunque no sepan lo

que es, no tiene límites, es infinito, así

como infinito es el número de sus estrellas.

"Alajpacha han-huati huarahuarani"

(cielo

con infinito número de estrellas), es lo que

dice 'el indio de hoy, contemplando el cielo

estelar desde su amplio horizonte.

Nadie le ha enseñado astronomía, ignora

que la astrología y la cosmogonía prece–

dieron a aquélla en la evolución intelectual

de los pueblos. Pero sabe, conoce por ideas

casi innatas comunes a sus antepasados,

aunque no ya con la profundidad y la pre–

cisióp de

~~tos,

sino a meros y grandes

rasgos, la exi!?tencia de la primitiva astro–

nomía de su raza aimara preincaica.

En la astronomía aimara todas las es–

trellas rojas de primera magnitud; como

son

Aldeberan

u Ojo del Toro;

Antares,

o

alfa del Escorpión;

Arturo,

o alfa del Bo–

yero, etc.; son designadas con el nombre

genérico de

"nina sanka ururi"

(estrella

de brasa incandescente). A este concepto

externo está unida la idea de que dichas

estrellas representan a los héroes, a los

grandes guerreros y

conquist~dores.

A las estrellas blancas de primera mag–

nitud, como son

Sirio, Vega

de la Lira,

Ca–

nopus,

etc., las llama

"janco llipipkiri wa–

rawara"

(estrellas blancas centelleantes) .

Como que lo son, efectivamente: blancas,

con visos azules y más fáciles de refractar

en la atmósfera, y luego más centelleantes

con las agitaciones del aire. Son considera-

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das como símbolos de pureza, de claridad

y de superioridad racial.

Todas las demás estrellas son simples

soldados del cosmos.

El indio distingue perfectamente el pla–

neta Venus, sea matutino o vespertino. En

el primer caso, la llama

"kjantati ururi"

{lucero del alba); en el segundo,

"jaypun–

tiri ururi"

(estrella del anochecer) .

Conoce también, por su aspecto algo

amarillento, el

plan~ta

Júpiter y lo llama

"jiliri kjana",

(luz de uno de los astros

mayores). El planeta Marte, es reconocido

por su color rojizo ocre. Y los nativos sa–

ben las épocas de su mayor brillo, así co–

mo las de su disminución, interpretándolas

como épocas de triunfo y .de derrota, res–

pectivamente.

Los

Cometas

son designados con el nom–

bre de

"mekhala";

y los aimaras los con–

sideran como cuerpos viajeros que bajan de

lo alto en carrera precipitada y que al fin

se cansan y regresan.

A la

Vía Láctea

la llaman

"alajpacha

mistuñ-thaqni"

(camino que conduce al

infinito) ; camino o vía, iluminado por es–

trellas remotas, pero que ha sufrido la em–

bestida de fuertes huracanes cósmicos (

ati–

piri huayra).

Porque el indio e:;tá conven–

cido de que todo el universo se halla a

merced de furiosos ventarroLles que tron–

chan y desorganizan las cosas celestes. Así

explica el desgarramiento de la Vía láctea.

Las

nubes magallánicas

son, a su juicio,

pedazos que los vientos estelares arrancaron

a la Vía láctea primitiva, que era má:;

densa y luminosa que la actual.

CONSTELACIONES IMPORTANTES

DE LA A,STRONOMiA AIMARA

Se debe recordar que las más importan–

tes constelaciones están en el hemisferio

austral. Las estrellas

alfa

y

beta

del

Cen–

tauro,

imponentes por su magnitud y su feliz

disposición en regla, son denominadas

"kau–

ra nayra"

(ojos de llama). Y esto tiene su

explicación. Siguiendo el curso del firma-