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YAWAR
FIESTA
-Hasta luego don Pancho. jVayase! Pero no se meta
'
a arrear a los indios contra mi. Es usted el unico puquiano liso
y de lengua dura.
j
Pero ya_ sabe !
j
Mucho cuidado ! Le pue–
de costar el pellej o.
Don Pancho apret6 la mano Ciel Subprefecto.
-\Hasta luego, senor. Tendre presente
SUS
palabras.
Se acerc6 en seguida donde el Sargento.
-j
Gracias, senor Sargento !
En sus ojos chiquitos alumbr6 claro y limpio el agrade-
cimiento.
I
Haciendo temblar el piso, don Pancho se dirigi,6 a la
puerta; en la sombra del extremo del salon,
·SU
cuerpo aparec10
crecid,o; casi rozando el umbral sali6 por la puerta. En ei corre·
dor crugieron las tablas con sus pisadas, y despues se sinti6 el
ruido de sus pasos sobre la piedra de las gradas, cuando bajaba
a la plaza.
-j.Y
a esta en la plaza, Sargento !
Como si fuera a perseguirlo, el Subprefecto corri·6 a la
puerta.
-j
Venga Sargento
!
j
Apurese
!
El Sargento se dirigi6 a la puerta, con su paso natural.
-j
Mire! Esta en lo mas oscuro de la plaza; pero su som·
brero blanco se ve - apret6 el brazo del -Sargento con furia -
j
Ahl esta el rifle de tiro, en 1a esquina del Despacho !
i
Se esca–
pa ! (Me entiende?
I
Se escapa ese cholo e mierda
!
j
Tirele
!
Y quedara tumbado como un perro. -Hablaba despacio, pero
conteniendo su voz, hasta que le sacudia todo el cuerpo.
- ·(No entiende?
i
Hay que matarlo! T engo orden de
matar a estos cabecillas.
El Sargento sigui6 mirando la plaza, con las piernas abier–
tas, a lo largo de la puerta, apoyandose en el dintel, como una
barrera.
-i
Calmese, senor!
i
T ranquiHcese
!
Don Pancho apareci6 cerca de la esquina alumbrada por
el farolito. Alli empez.O a silbar un wayno mestizo. Cuando lle–
g6 al pie del faro} , su cuerpo se vi6 entero, aument6 la luz sobre
su sombrero de paja; apareci6 tambien la sombra de todo el ·
cuerpo en el blanqueo de la pared;
y
cuando volte6 la esquina, la
luz del farol pareci6 resbalar un poco de lo alto de la pared.
En el silencio del pueblo, el wa:yno que silbaba do1' Pancho se oia